Es una ganga. Una oferta absolutamente irresistible. ¡Llévese a una mujer cristiana o yazidí convertida por solo 1.000 dólares! ¡Quinientos si es usted un combatiente del Estado Islámico! ¡No se prive de una oportunidad única para disfrutar de una esclava tal y como le plazca! Si no fuera tan absolutamente nauseabundo, creeríamos estar leyendo el texto de una novela sobre la Reconquista o quizás, sobre las cruzadas. Pero, lo cierto es que, en las calles de Mosul, la ciudad que tenía la mayor población cristiana de Irak hoy se venden mujeres que han sido capturadas por los salvajes del Estado Islámico. Mujeres convertidas en botín guerra en pleno siglo XXI.
En el Islam se reconocen tres grandes divisiones entre las personas: hombres y mujeres, musulmanes y no musulmanes, y libres y esclavos. Obviamente, la peor combinación posible es la de ser mujer no musulmana y esclava.
A lo largo del siglo XX, con el triunfo del nacionalismo árabe y el socialismo, se extendió en Oriente Próximo el principio de respeto al ser humano, considerándose la esclavitud como algo execrable. Sin embargo, ni estas ideologías ni sus principios llegaron a Arabia Saudí, donde la práctica wahabí ha mantenido y mantiene al país sometido a un régimen propio del siglo VI. El wahabismo no solo permite la esclavitud, sino que consiente que empleadas domésticas violadas por sus jefes sean castigadas por adúlteras con la lapidación si se quedan embarazadas mientras ellos se van de rositas. Son saudíes los que llevan comprando a jóvenes sirias de familias desesperadas, con las que se casan por una noche y después echan de sus casas como si fueran despojos. Y es de este país de donde han salido «elementos» como Bin Laden y los fondos que financiaron a los Hermanos Musulmanes de Egipto, a los talibanes de Afganistán y a otros terroristas que hoy constituyen el núcleo duro del Estado Islámico.
¿Por qué nadie dice nada?