Fue el contexto. Sus palabras se sacaron del maldito contexto. Fueron malinterpretadas. El alcalde de Valladolid, León de la Riva, tiró de manual para esbozar una falsa disculpa ante la que le estaba cayendo encima merecidamente, pero sin retractarse de sus vergonzosas declaraciones. Al señor alcalde le da reparo entrar en los ascensores no sea que se encuentre con alguna mujer que le quiera buscar las vueltas, se arranque el sujetador o la falda y salga dando gritos diciendo que la ha querido agredir. Vamos, que no hay que fiarse de las mujeres, porque algunas son tan pérfidas que no tienen otras cosa que hacer que quedarse en cueros ante el edil. De esta forma ponía el foco en las denuncias falsas, que suponen una cantidad ínfima del total, y no en las violaciones y agresiones sexuales. También se debieron sacar de contexto aquellas otras manifestaciones suyas, como la que hizo nada más llegar al ayuntamiento, al prometer que limpiaría la ciudad de «piojos, pulgas y putas». O cuando dijo que le habían acusado de todo menos de violar a la socialista Soraya Rodríguez, «pero se comprende...». O al calificar a Chacón como «la señorita Pepis vestida de soldado». O en esa otra ocasión en que dijo que «cada vez que veo la cara y los morritos de Leire Pajín pienso lo mismo, pero no lo voy a contar aquí». Ahora que Rajoy está tan interesado en regenerar la vida política tiene una oportunidad dorada, expulsar de la misma a este político misógino y machista, reincidente e incorregible. Esa sí que sería una medida ejemplarizante. Porque el que está claramente fuera del contexto, del contexto democrático, es el señor alcalde de Valladolid. Y, que no se preocupe, que se le ha entendido todo perfectamente.