Las imprevisiones

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

30 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En 1960 -arrancaba la automoción en España- el Gobierno británico encargó al afamado Buchanan «un estudio del desarrollo a largo plazo del tráfico de motor en áreas urbanas y su efecto sobre las ciudades». El automóvil era objeto de deseo, funcional para uso personal y de las familias, para el transporte colectivo, tenía efectos positivos en el comercio, en la industria, en los negocios y en los servicios de puerta a puerta, en tanto no lo impidiese la propia masificación. Después venía el listado de frustraciones, por la multiplicación de uso del vehículo: accidentes, humos, ruidos, gases, el deterioro estético de zonas históricas... La conjunta valoración del problema se sintetizó en tres interrogantes: ¿cuántos automóviles poblarán la ciudad?, ¿a qué ritmo crecerá su número? y ¿bajo qué condiciones se autorizará el uso de vehículos en la ciudad? Era el año 1960. Toca ahora sufrir las dejaciones y las imprevisiones.