El espectador invisible

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

10 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Todo por los niños, pero sin los niños. El espíritu absolutista se adueña de la nueva programación de otoño con un paternalismo que crea contenidos presuntamente infantiles justo cuando acaba la moratoria veraniega. Entre mochilas de estreno y libros que huelen a nuevo, los hogares pelean estos días por reconducir la revolución horaria de las vacaciones y no pueden sucumbir ahora ante los contados programas de prime time que pueden verse en familia. Anoche debutaron los Pequeños gigantes de Telecinco; mañana, llegarán a Antena 3 los imitadores de Tu cara me suena mini. Pero al día siguiente toca madrugar.

Hay que entender entonces que el gancho de los talentos precoces es reclamo para la audiencia adulta, sin contar con que, como demostró La Voz Kids la temporada pasada, a los más pequeños les gusta ver actuar a sus congéneres.

Tampoco los horarios del deporte ayudan estos días a reajustar el reloj. Muchos niños contribuirían con gusto a engrosar la cuota de pantalla del Mundial de Baloncesto viendo hoy el partido de cuartos y, en próximos días, lo que resta de competición. Pero, en una jugada más certera que un triple de Navarro o un mate de Gasol, España juega siempre en ese prime time tardío que se prolonga hasta la medianoche. Es la dictadura de la audiencia. Y un espectador que atesora una hucha en lugar de una tarjeta de crédito es un espectador invisible.