¿Será el final del feísmo?

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

26 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Vaya por delante que la nueva redacción de la Ley del suelo me parece un paso adelante, superando textos anteriores. Pero como se redactaron tantos textos como gobiernos autonómicos hubo, tenemos exceso de leyes. Por eso me pareció interesante la reacción de los alcaldes manifestada en un reportaje anterior publicado por La Voz. La mayoría se mostraban contrarios, no a la norma sino a su deber de ejecutarla, por las complicidades inherentes. Si lo hacen otros, no les parece mal. No quedan ahí las razones en contra. Para resumirlas, seleccioné las de los que su experiencia o bien hacer los avalan. Empecé por el de Oleiros, sin duda valedor del mejor urbanismo de Galicia y pionero en aplicar medidas correctoras contundentes; añadí el alcalde de Pontevedra, cuya ciudad es un ejemplo nacional de urbanismo sostenible aplicado a un centro urbano, y añadí un tercero, el de Ribadeo, que cogió una población casi destruida y la convirtió en lo que es hoy. Los tres afirman que con la ley existente ya es suficiente, lo que hace falta es voluntad de cumplirla. Miré después otros dos alcaldes veteranos y muy cercanos a los ciudadanos, el de Lalín y el de Culleredo. Ambos coinciden en señalar que detrás de una casa sin revocar puede haber problemas sociales y económicos que hay que tener en cuenta. Asumo ambos planteamientos, y a ellos añadiré mi consideración, el feísmo no es solo un problema arquitectónico, sino una manifestación de la ausencia del adecuado nivel cultural y de un grado de desarrollo socioeconómico insuficiente. Por eso no basta solo con lavar la cara para atajarlo, hay que tomar medidas educadoras y promover un proceso de desarrollo local y comarcal que propicie la mejora de sus viviendas y entornos. Y una ley del suelo apenas afecta a estos parámetros. No hay que quedarse en la superficie, porque el feísmo es reflejo de una patología mucho más profunda, cuya sanación hace tiempo quedó arrinconada.