Es una de las frases españolas que más odio. Pero, aunque parezca que ese latiguillo, al que hay que anteponer lo que hacía fulanito o fulanita todo el mundo lo sabe, es exclusiva española, no es así. Nada menos que Philip Roth lo utiliza como clave de la tercera entrega de Trilogía americana. Sí, como lo leen. En La mancha humana Roth nos cuenta que el protagonista tiene que sufrir el ladrillo de todo el mundo lo sabe. Y así nos enseña que lo que estamos hartos de saber es que la expresión correcta en la vida es «nadie sabe nada». Ya está en el Eclesiastés, a más conocimiento, más duda. Eso es lo único que tienen claro las mentes despiertas. Pero España es un país enlodado en ese dramático y cotilla todo el mundo lo sabe. Pensamos que el deporte nacional es el fútbol. Pero nos equivocamos. En este país, como en otros, el deporte nacional es hablar de los demás, sobre todo si no tenemos ni idea. Y así se multiplican los chismes y convertimos en realidad algo que no lo es ni de lejos. Ese todo el mundo lo sabe llega hasta el infinito y más allá con las redes sociales. Y, de forma cobarde, con los avatares de las redes sociales, donde vale todo. Llegados a este punto, más que nunca, el papel del periodista que trabaja con varias fuentes, que coteja, que deja nítido que lo que escribe son siempre versiones, es fundamental. El conocimiento lo único que da es humildad, no clarividencia. Vivimos en un país con demasiados videntes. Nunca hay una sola verdad.