Gallegos somos muchos

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

24 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Si se cumplen las predicciones del Instituto Galego de Estadística (IGE) ahora los gallegos deberíamos estar felices. Somos muchos, todavía. Pero vivimos con dificultad, pues no de otra forma se puede explicar que la predicción sea de perder en los próximos treinta y cinco años cerca de un millón de residentes.

Desde que a finales de los años 90 Manuel Fraga advirtiera de que la crisis de población se estaba convirtiendo en uno de los más graves problemas de nuestra sociedad, los sucesivos parches que se pretendieron implementar no lograron sus objetivos, si tal fuere.

Recientemente se vuelven a anunciar estudios y medidas para paliar el mal saldo vegetativo, también para abordar los temas centrales que acompañan a todo declive demográfico, el modelo económico y el modelo de desarrollo territorial. Sin embargo uno se malicia que en las estadísticas publicadas de residentes en Galicia hay algunas cifras que pueden estar todavía sobreestimadas. Y no tanto por problemas metodológicos del IGE, sino porque en los grupos de edad más jóvenes es probable que, aun figurando muchos de ellos como residentes en el domicilio familiar gallego, la realidad es que se encuentren viviendo y trabajando en otras partes de España y de Europa, si bien por comodidad, dejadez o esperanzas que nunca se pierden, pretenden seguir viviendo como gallegos.

La población en Galicia siempre ha sido un problema central de su desarrollo económico y social. Los trabajos seminales de Valentín Paz Andrade, Galicia como tarea (1959) y La marginación de Galicia (1970) y de Xosé Manuel Beiras, Estructura y problemas de la población gallega (1970), lo evidencian. Al igual que los problemas derivados de su dispersión territorial y de su escasa industrialización, problemas que ya se habían detectado a partir de los años sesenta, aún en plena penúltima gran crisis migratoria, y para los que se implementaron instrumentos de planificación y gestión, como fue el caso del Plan Director Territorial de Coordinación de Galicia (1976) o la creación en 1972 de la Sociedad de Desarrollo Industrial de Galicia (Sodiga).

Si atendemos a las intervenciones recientes de la conselleira de Traballo e Benestar y del conselleiro de Facenda con motivo del estudio del IGE sobre la crisis demográfica y las iniciativas para buscar solución en el marco del Plan Estratégico 2015-2020, vemos que apenas se diferencian de las ya ensayadas con anterioridad, y por ello el Gobierno y los partidos de la oposición debieran desarrollar un planteamiento común para que lo que hoy es análisis y noticia no vuelva al olvido. Mientras, los gallegos que viven y trabajan fuera de Galicia nos siguen asombrando como empresarios, técnicos, médicos, ingenieros o científicos. Uno duda si es Galicia, esta que hemos hecho por acción o abandono, quien no deja que vivamos como gallegos.

En el Hórreo siguen más pendientes de pactos con retraso para la radiotelevisión, el Consello de Contas, o el Valedor do Pobo, que del grave y persistente problema de nación. Incomprensible.