De Juan XXIII a Francisco

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

14 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El papa Francisco y Juan XXIII, que convocó el Concilio Vaticano II, coinciden en haber contribuido a que la Iglesia haya dado algunos pasos hacia adelante en su puesta al día tras siglos de oscurantismo. Pero los dos papas tienen fronteras de libertad que no pueden cruzar. Juan XXIII, por ejemplo, cerró la puerta a la persecución de los delitos de pederastia perpetrados por clérigos católicos. A los 50 años de la muerte de Juan XXIII -y tras el pontificado de otros cuatro papas más también alérgicos a perseguir la pederastia de los clérigos-, el papa Francisco ha aceptado que se persigan en los tribunales las agresiones sexuales de clérigos a menores. Y del mismo modo que Juan XXIII se apuntó un éxito enorme porque, tras casi 20 siglos de intolerancia religiosa, el Concilio Vaticano II aceptó la libertad de conciencia para los católicos, el papa Francisco se ha apuntado el éxito de declarar la persecución penal de los clérigos pederastas. ¿Y cuál es el talón de Aquiles del papa Francisco? Su talón de Aquiles son las mujeres. El papa ha declarado que está muy bien que las mujeres se dediquen a la teología pero que, como ya sentenció Juan Pablo II, no sueñen con cantar misa porque tienen vetado el sacerdocio. Y sobre el feminismo el papa tampoco ha estado especialmente brillante. Ha declarado que el feminismo corre el peligro de convertirse en machismo de falda. Para el Vaticano las mujeres son buenas para pasar la bandeja en la iglesia y para barrer la sacristía.