Elecciones: Cataluña, el yihadismo y el CIS en campaña

OPINIÓN

08 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Es asunto juzgado que las elecciones del 14 de marzo del 2004 no las ganó José Luis Rodríguez Zapatero, sino que las perdió Mariano Rajoy porque José María Aznar mintió contumazmente a los españoles achacando a ETA y no al yihadismo los atentados terroristas del 11M en Madrid. Los más devastadores de cuantos hemos sufrido.

La mala gestión de esa masacre entre el 11 y el 14 de marzo dio la vuelta al voto de los españoles. Ahora, en una contienda entre lo viejo y lo nuevo, las tornas se vuelven contra Pedro Sánchez porque Cataluña y el islamismo radical, dos asuntos que llevan décadas y seguirán durante muchas más, están en la campaña con distinta intensidad y al líder socialista le pasa factura su equidistancia en ambos. Preso de sus compañeros de Cataluña, Valencia y Baleares, Sánchez, que tuvo que tragarse la negativa del PSC a firmar el Pacto por España que propuso Ciudadanos y aceptó el PP, defiende la unidad nacional pero no acaba de asumir íntegro el artículo primero de la Constitución, y se enreda en una ambigua reforma federal y en el «sí pero no» para anteponer lo accesorio a lo importante.

Como refleja la encuesta del CIS (contra la que también tiene que pelear Sánchez, además de contra la herencia de Zapatero), no es tiempo para anfibologías frente al ritmo que marca una tribu que quiere colonizar las instituciones catalanas tras abrirle las puertas un enloquecido Mas que corre hacia el despeñadero sin dignidad y sordo a los pocos cuerdos que le quedan. La unidad de España es razón de Estado, como ha dicho María Dolores de Cospedal, que está por encima de la razón de partido. La nación reclama firmeza en tiempos de zozobra y no maniobras dilatorias y partidistas. Reclama lo que la Xunta ha dicho cabalmente en su ejemplar Declaración institucional en defensa del Estado de las autonomías y que pocas han secundado:

«?Non é un desafío a un Goberno concreto, senón a todas as comunidades que, conxuntamente, conformamos España. Afecta, por tanto, a unha nación plural que é produto dunha longa historia, pero sobre todo da libre decisión dos seus cidadáns e da vontade democrática dos pobos que a compoñen. España é como os españois quixemos que fose cando recobramos a democracia. España é como decidiron os cidadáns dos diferentes territorios, conscientes de que o Estado das autonomías era a mellor fórmula de artellar unidade e diversidade...».

Con su confusionismo, Sánchez ha abierto una vía por donde ha entrado raudo Ciudadanos, un partido utilizado por las fuerzas económicas para frenar en seco y descabezar al molesto perseguidor de corruptos UPyD. Si Sánchez no es más claro y contundente con esas dos anomalías que nos han salido otra vez en campaña electoral, es posible que el PSOE quede cerca de Ciudadanos y a más de 5 puntos del PP, y con este resultado y sin posibilidades de gobernar el líder del PSOE tendrá un futuro incierto. Pero, paradojas de la política, si Ciudadanos es segundo y el PSOE tercero, Sánchez tendrá que ceder la tentativa de formar Gobierno a Albert Rivera y apoyarle en ella, metiendo en una etapa inédita al partido que fundó Pablo Iglesias Posse.