Qué se decide el 20D

OPINIÓN

14 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las elecciones del día 20 difieren notoriamente de todas las que ha habido desde 1978. Su carácter inédito se evidencia porque la aparición de dos partidos que amenazan la habitual alternancia de los que han gobernado hasta ahora responde a que algo profundo ha ocurrido en la sociedad. Para definirlo, se habla del fin de un ciclo, de agotamiento del sistema, de la necesidad, incluso perentoria, de un nuevo pacto constituyente. Las elecciones autonómicas y municipales lo anunciaron. No fueron un accidente transitorio. La crisis, sus consecuencias y su manejo, la corrupción, el propio funcionamiento de los partidos, entre otras causas de carácter social, y una brecha generacional han formado la ola en la que se han subido en muy poco tiempo Ciudadanos y Podemos con la confederación de mareas. A la confrontación derecha-izquierda se ha añadido una convencional de viejo-nuevo, lo gastado y lo impoluto. La contienda está abierta con referencia a quién será el partido más votado, pero también al gobierno que pueda formarse, a merced de pactos ideológicamente contra natura, que no son novedad.

A estas alturas se conoce lo fundamental de cada una de las formaciones principales en liza. No existe un marco propicio para las matizaciones. Por desgracia, la situación actual obliga al brochazo, más que al pincel. No me entretendré en analizar los programas, que cambian según convenga. Los nuevos no se manifiestan más inexpertos que los veteranos, trátese del AVE o del referendo catalán y otros tantos guadianas que aparecen y desaparecen. Se trata de hacer unas combinaciones con las cuatro fuerzas políticas citadas. Si se confirman las encuestas, el PP sería la más votada, pero sin mayoría absoluta. Ese dato no es suficiente para concluir que formará gobierno. Dependerá de la diferencia que saque al segundo y de quién sea este. Si es el PSOE, no parece verosímil que Ciudadanos se una a él y a Podemos para desbancar al PP. Si fuese Ciudadanos, ya no sería tan inverosímil que las otras fuerzas de izquierdas lo apoyasen. Por parte del PSOE, conseguiría derribar al PP. Podemos es de versatilidad declarada por su líder. Con visión de futuro no sería razonable que Rivera aceptase un gobierno con tanta contradicción; pero el poder tienta. Por eso, lo que menos incertidumbre genera sería que la diferencia entre el PP y Ciudadanos fuese lo suficientemente clara para que no dé pie al pretexto de un gobierno de esa naturaleza en una etapa que requiere, al tiempo, regeneración y estabilidad. Rivera para presidente del Gobierno no tiene detrás de sí, en número y calidad, las personas que en UCD respaldaron a Adolfo Suárez.

El resultado de las elecciones es no solo importante para formar un gobierno en una situación aún por consolidar, sino también para conformar las mayorías que requieren reformas reclamadas y mantener el núcleo esencial de la Constitución. Un dato más que corrobora la trascendencia del 20D. Los ajustes de cuentas, si acaso, después.