De repente la estabilidad se ha convertido en el concepto central de la escena política española muy por encima de cualquier otro. La necesidad urgente de contar con un Gobierno estable, apoyado por una amplia mayoría parlamentaria, es un principio casi sagrado que condiciona la acción de los partidos, en especial del PSOE, Y sin embargo, este es un falso dilema. Claro que necesitamos un Gobierno y por supuesto que los pactos son buenos, además de imprescindibles en un Parlamento fraccionado que ha dejado atrás el bipartidismo rotatorio. El acuerdo, la estabilidad, el Gobierno son condiciones necesarias, pero no suficientes, porque lo determinante no es el pacto, sino el contenido del mismo, esto es, para qué se ponen de acuerdo los partidos.
España viene de una situación de estabilidad política absoluta, con una amplísima mayoría parlamentaria del partido del Gobierno, que la utilizó para llevar adelante un programa político que la mayoría de los ciudadanos rechazaron en las elecciones del 20 de diciembre. Repetir un Gobierno del mismo partido y con el mismo presidente sería un fraude electoral, porque el mensaje más claro que salió de las urnas fue la censura a ese Gobierno.
Y sin embargo, parece que eso es lo que está intentando Rajoy tanto en lo que propone como en las primeras medidas que va tomando: repetir para seguir haciendo lo mismo. La propuesta del PP son otros cuatro años de Rajoy de presidente, pero ahora contando con el PSOE como muleta de apoyo parlamentario y, lo que todavía es peor, para seguir en la misma línea que han rechazado los votantes en cuanto les han preguntado su opinión.
Porque Rajoy y su Gobierno no se arrepienten de nada, sino todo lo contrario. Presumen de su reforma laboral, de la contrarreforma fiscal, de la política de austeridad o de los recortes en el gasto público. Y su intención es seguir profundizando en ello, tal y como lo demuestra alguna de las medidas que ha tomado el Gobierno en funciones. Por ejemplo, imponer de forma unilateral -vulnerando tanto el espíritu como la letra de la norma legal- un incremento irrisorio del salario mínimo que es el instrumento principal para combatir la pobreza laboral y la desigualdad en España, e Alemania o en EE.UU. O también la aplicación por parte de una de las principales empresas públicas de España, el grupo Tragsa, de un ERE para despedir a 1.336 trabajadores como demostración de cuál es el compromiso de este Gobierno con el empleo.
Digámoslo claramente: el PP no está pensando en formar eso que en la ciencia política se llama un Gobierno de concentración o de unidad nacional, con un nuevo programa pactado con el resto de fuerzas para enfrentarse a los desafíos que tiene el país. No, lo que quiere es un ejecutivo en el que Báñez, Montoro o el ministro del Interior sigan haciendo de las suyas pero ahora con el beneplácito del PSOE.
Sí aún hay vida inteligente en la calle Ferraz la respuesta a esta broma debería ser un enorme no.