Drogas al volante

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

26 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

De los eslóganes que ha difundido la Dirección General de Tráfico (DGT) hay tres que recuerdo con frecuencia: «Prudencia y solidaridad», «Lo importante es volver» y «Al volante ni una gota de alcohol».

El primer eslogan, «Prudencia y solidaridad», suena a creado por La Bruyère o La Rochefoucauld, los geniales moralistas franceses que sintetizan en aforismos de tres o cuatro o líneas auténticos tratados de sabiduría. La prudencia ahorra al año miles de accidentes. Y, hablando de mi caso, la pongo especialmente en práctica en las curvas en las que evito adelantar a otro vehículo porque nunca me parece más cierto que «Lo importante es volver». Y una ley física, de las que tan bien explica Einstein, dice que en una curva el coche tiende a bailar un rock y hay riesgo de que el conductor también se encomiende a Elvis.

La solidaridad que nos recomienda la DGT está ya documentada en el capítulo 5 del evangelio de san Mateo. En él, Cristo nos recomienda no solo amar a nuestro prójimo, sino también amar a nuestros enemigos. Y Cristo hasta nos pidió que rezáramos por esos acosadores que en la autopista se nos pegan al coche cuando dijo aquello de «rogad por los que os persigan». Por tanto, en la carretera, hay que ser solidarios hasta con esos chimpancés de bellota que ponen en peligro nuestras vidas.

¿Y cómo no ponderar la sabiduría que nos invita a no tomar ni una gota de alcohol, que, literalmente, a tantos miles de personas ha llevado antes de tiempo al cielo o, por estar en pecado mortal, al infierno? Un reciente estudio de la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción y la Fundación Mapfre concluye que más del 60 % de los jóvenes en los últimos seis meses se han subido a un coche conducido por un chófer que le había dado al jarro más de la cuenta. ¿Cuántos de ellos adelantaron, incluso en algunas décadas, su visita al Padre Eterno? Además, un 32 % reconoce que subió a un vehículo con un conductor que había consumido cannabis o marihuana. Los restantes encuestados viajaron con un conductor que había ingerido cocaína, éxtasis -quizá en su entusiasmo por Teresa de Ávila, tan homenajeada en su reciente centenario-, anfetaminas o alucinógenos, que a tantos han llevado a estamparse contra un alcornoque.