La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal, conocida como UDEF hasta por Jordi Pujol, ha encontrado una perla en sus investigaciones sobre otra saga delictuosa: los Ruiz-Mateos. Nada menos que una empresa pantalla en el paraíso fiscal de Belice registrada con el nombre de Preysler & Boyer Ltd. Tiene gracia que José María Ruiz-Mateos, el fallecido patriarca del clan y uno de los más renombrados bribones de cuello blanco que ha tenido este país en los últimos cuarenta años, pusiese ese nombre a una de las múltiples sociedades que han formado las piezas del puzle con las que creó la trama de Nueva Rumasa. Hasta ese punto llevó el patriarca su inquina hacia Miguel Boyer, el ministro socialista de Economía y Hacienda que el 23 de febrero de 1983 propuso y obtuvo del Consejo de Ministros presidido por Felipe González la autorización para expropiar el holding Rumasa, la noticia de ese año y de varios más.
Este despojamiento, calificado por algunos de «robo de los socialistas» y por el que luego fue marido de Isabel Preysler de «necesidad estructural», ha tenido correlato en el nombre societario Preysler & Boyer Ltd., con el que el empresario jerezano quiso perpetuar el odio que siempre manifestó hacia su verdugo y por extensión hacía quien fue su mujer entre enero de 1988 y el 29 de septiembre del 2014, cuando el exministro falleció de embolia pulmonar tras sufrir un ictus en febrero del 2012, del que nunca se recuperó.
El humor fue otra constante en la vida de Ruiz-Mateos, quien no dudó en disfrazarse de Supermán para escenificar su lucha contra Boyer y el PSOE, o en hacer anuncios en televisión en los que tiraba un penalti a un portero que parecía sosias de Boyer, u ofrecía un bombón de su empresa chocolatera Trapa a una exótica filipina que se llamaba Isabel, añadiendo en el audio: «que no se entere Miguel».
La fertilidad del cabeza de familia para comprar empresas en quiebra y reflotarlas mediante tramas opacas al fisco, esquemas de Ponzi, rumbosos holdings con compañías serias y supuestamente rentables, y evasión fiscal a gran escala, no ha tenido límites. Según la agencia de detectives Crossword, la red estuvo formada por 300 sociedades, 210 radicadas en España y 90 en paraísos fiscales o territorios offshore como Panamá, las Islas Vírgenes o Belice. En este último estaba inscrita Preysler & Boyer Ltd., y dicen que cuando la descubrió la UDEF se escuchó salir de la tumba de José María Ruiz Mateos en el columbario que mandó construir en la Iglesia de Nuestra Señora de la O, de Rota (Cádiz), su ciudad natal, una larga carcajada que cabalgó sobre las olas del Atlántico hasta alcanzar las costas del país centroamericano, donde se desvaneció entre los legajos del Registro Mercantil de Belice.
Isabel Preysler, ahora señora de Vargas Llosa, no debe estar muy convencida de que esta ironía sea la última que le depare JMRM, cuya vida escudriña la UDEF para que la Fiscalía de Delitos Económicos de Madrid tenga pruebas para juzgar a varios hijos del benefactor como supuestos cómplices de sus tejemanejes.