Gallina de piel

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

09 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen las crónicas que el homenaje que se le rindió a Johan Cruyff en el estadio del Barcelona el día del partido del Madrid ponía la «gallina de piel». Usaban un sintagma popularizado por ese personaje, al que hubiese hecho famoso si no hubiese alcanzado antes la popularidad por otros méritos. Fue esta una de las expresiones más características de la peculiar forma de usar el español el jugador y entrenador holandés. Tal fue su eco, que muchas personas utilizan frecuentemente la frase con intención jocosa. El problema con este tipo de cosas surge cuando el uso se convierte en abuso y el hablante acaba dejando de distinguir entre la forma correcta y la incorrecta y las emplea indistintamente o incluso prima el barbarismo.

La gallina ya era objeto de malos tratos antes de estar en boca de Cruyff. La misma intención que este tenía quien creó ponerse los pelos de gallina, un cruce de dos expresiones de significados próximos, ponerse los pelos de punta y ponerse la carne de gallina. Se trata de comparar la piel humana con la de un ave desplumada, aspecto que toma (la de persona) a causa del frío, el horror, el miedo u otras emociones fuertes. El chiste ocasional se convierte en confusión permanente para algunos: Google halla pelos de gallina en 58.000 sitios de la Web.

La falsificación amenaza con suplantar al original también en el caso de una variedad de dialogismos, la deformación de refranes. El cría cuervos y te sacarán los ojos, por ejemplo, acaba así convertido en cría cuervos y tendrás muchos. El falsificador no titubea ante nada y llega a convertir el refrán al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, que ya aparecía en el Libro del cavallero Cifar, anónimo del año 1300, en un al que a buen árbol se arrima, viene un perro y le orina.

Pero quizá son los malapropismos los que amenazan más con desplazar a los originales. Para muchos, lo normal a estas alturas es estar en el candelabro y no estar en el candelero; la luz que llega desde el techo ya no es cenital, sino genital; para callar algo ya no se corre un tupido velo, sino un estúpido velo, y las cosas que se tomaban en pequeñas dosis ahora se administran en pequeñas diócesis.

Volviendo a Cruyff, cabe señalar que, junto a su forma de expresarse en español, gozaron de gran difusión sus reflexiones, casi siempre sobre el fútbol. «No soy creyente -dijo en una ocasión-. En España, los 22 jugadores se santiguan antes de salir al campo. Si funcionara, siempre sería empate». Aunque quizá nos quedemos con esta respuesta a un periodista: «Si yo hubiera querido que me entendieras, me habría explicado mucho mejor». Como hubiera dicho el susodicho, se nos pone la gallina de piel.