Sería frívolo pensar que nuestros líderes políticos solo están hablando de lo que sale en los titulares. Que lo que ocupa su atención es solo qué sillones te ofrezco a cambio de la presidencia del Congreso, qué anzuelos pongo para que me dejes gobernar y si no, ya sabes, a repetir las elecciones otra vez.
Sería frívolo pensar que no están debatiendo sobre la reforma de la reforma laboral que se ha puesto sobre la mesa. Sobre la necesidad acuciante de creación de empleo digno. Sobre la ralentización del crecimiento. Sobre las exigencias de Bruselas por el incumplimiento del déficit. Sobre las consecuencias del brexit, la consecuente disminución de ingresos de la UE y la necesidad de recomponer sus estructuras. Sobre el futuro de las pensiones, el pacto por la educación, las libertades tras la implantación de la ley mordaza, la amenaza global e indiscriminada del nuevo terrorismo...
Sería frívolo pensar que tenemos unos líderes tan frívolos que se entretienen en el reparto de puestos y en la permanente pugna por el poder en cada partido, y no están buscando activamente los pactos que demandan los ciudadanos.
Sería frívolo. Pero aún más frívolo es que si, como es lógico e imprescindible, existen esos debates, solo se esté trasladando a la ciudadanía el trazo grueso de quién puede o no pactar con quién, cuál es la probabilidad de unas terceras elecciones y a quién podría beneficiar.
Déjense de una puñetera vez de frivolidades y de faltar al respeto a los ciudadanos. El primero, el que ganó las elecciones y está obligado a buscar activamente una fórmula válida para formar Gobierno. Sin amenazar con una nueva espantada y la repetición de elecciones.