Lorca, el poeta asesinado

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

24 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En la madrugada del 18 de agosto de 1936 -hace, pues, ahora 80 años- el poeta y dramaturgo granadino de enorme éxito en vida Federico García Lorca fue fusilado. Aquel fusilamiento fue un asesinato perpetrado por el ejército golpista. Al fusilamiento de Lorca Antonio Machado le dedicó el magnífico poema, El crimen fue en Granada. Como ha escrito Ian Gibson, el soberbio biógrafo del poeta, el túmulo a Lorca en la Alhambra que pidió Antonio Machado para el poeta no ha sido erigido. Tampoco -dice Gibson- en la ciudad de Granada hay una calle principal o plaza con su nombre, lo que, obviamente, es una excepción en España. Son muchas las ciudades que han dedicado a Lorca calles o han honrado su memoria dando su nombre a centros académicos. A los 80 años de la muerte del autor de Poeta en Nueva York, ignoramos dónde yacen sus restos. También siguen yaciendo en fosas comunes y cunetas más de 100.000 víctimas de la guerra civil cuyos familiares están reclamando su exhumación con muy escaso éxito, y aun a pesar de que la Unión Europea le ha exigido a España -que sigue mirando para otra parte- la reparación de este deber sagrado para con los muertos.

La generación del 27 fue un genial invento poético y comercial de espléndidos poetas: Salinas, Guillén, Diego, Dámaso Alonso, Lorca, Alberti, Aleixandre, Prados y Altolaguirre. En el terreno poético eran -y siguen siendo- de altísimo nivel. Pero en el terreno comercial fueron todavía mejores. Dejaron fuera -¿a quién le gusta que le hagan sombra?- a todos los novelistas y dramaturgos de su época. El primer gran líder de la generación del 27 fue Jorge Guillén, un espléndido poeta de la estirpe del gran Luis de León. Guillén se crio a los pechos de Paul Valéry, un poeta francés que amamantó con sus enigmas poéticos a media Europa. Pero, a partir de 1927, año en que Lorca estrena su drama Mariana Pineda, heroína republicana granadina, Lorca empezó a brillar como Cristiano Ronaldo y, ya hasta su muerte, no hubo escritor español que pudiera competir en popularidad con el autor del Romancero gitano. Lorca fue traducido a varias lenguas antes de su muerte. A aquel gran triunfador en vida su asesinato lo convirtió en un mito, un mito que crece de año en año en muchas lenguas y países.