En las elecciones se van a plantear dos cuestiones que le proporcionan singularidad: si el PP revalida la mayoría absoluta y si En Marea sobrepasa al PSdeG. Si esto último sucede los socialistas tendrían el problema de asumir la presidencia de un aliado y no es descartable que propicie al PSOE la ocasión de cambiar el rumbo y hacer posible un gobierno de Rajoy. En cuanto a la primera, según los sondeos publicados, el actual Presidente de la Xunta será el candidato más votado. Es también una convicción bastante generalizada que si no obtiene mayoría absoluta es muy probable que el PP sea reemplazado por un acuerdo de PSOE, En Marea y BNG. El propio Feijoo ha venido insistiendo en esa hipótesis, al sostener con imágenes variadas que, si se realizase, sería demoledora para una gobernanza estable de Galicia, «la alternativa de minifundismo político», con la que se apela al subconsciente ciudadano del gobierno simplemente bipartito frente al cual consiguió su primera mayoría absoluta. Tan esencial le parece esa mayoría que ha insistido en el riesgo de un voto a C,s que, sin lograr ningún diputado, la impida, apelando también a la experiencia de las municipales. Frente a esa aspiración están todos los demás partidos, incluido C,s, cuyo declarado objetivo es impedirla. Es el uno contra todos escenificado en el decepcionante debate televisivo. En ese sentido, parece que Feijoo lo tiene más difícil que Urkullu en el País Vasco, aunque, salvado el riesgo antes apuntado, podría contar con toda seguridad, que no ha tenido Rajoy, con el o los escaños que pudiere conseguir C,s para gobernar y sin tantos condicionamientos como los Rivera impusieron en la Comunidad autónoma de Madrid. Una mayoría absoluta no está impedida por un sistema electoral de carácter proporcional, que se introdujo antes de la Constitución con el loable fin de hacer más fácil la participación de los partidos políticos en el recomienzo de la democracia. Se da, pero no siempre, ante circunstancias excepcionales, como es constatable en la primera victoria del PSOE o la segunda del PP y, en cierto modo, en la primera mayoría absoluta de Feijoo. Se manifiestan en un dominante voto anti. ¿Nos encontramos en Galicia en una situación análoga? La respuesta es afirmativa si se tiene en cuenta que la unión de la alternativa se basa en echar a Feijoo como sea; a veces con expresiones, no alarmantes en un veterano político -«está matando más gente que ningún grupo terrorista»- pero sorprendentes en quien acaba de aterrizar en el escenario electoral, al proponer un país justo «frente a la barbarie de Atila Feijoo». Los mismos adversarios son quienes justifican el personalismo del candidato en la propaganda. Al mismo tiempo que lo critican aceptan un terreno de enfrentamiento que no les favorece. Lo primero es desahuciar al inquilino; después ya se verá. Los programas se arrinconan. Así, la excepcional mayoría absoluta resulta allanada.