Galicia ya tiene puerto refugio

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

28 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba de producirse una situación que, afortunadamente, pasó desapercibida porque la amenaza de riesgo ya dejó de serlo. Me refiero a la avería frente a las costas gallegas de un megapetrolero con cerca de doscientas mil toneladas de crudo. El temporal del mar no fue esta vez obstáculo para resolver con rapidez y eficacia el problema planteado. El capitán solicitó la entrada en un puerto gallego, como en su día había hecho el capitán del Prestige, y la Autoridad Portuaria coruñesa esta vez pudo darle una respuesta positiva a su solicitud, evitando así un posible riesgo ambiental. La extraordinaria magnitud y las condiciones de abrigo del puerto exterior de Langosteira permitieron acoger el enorme buque sin ningún tipo de riesgo y sin dilación de la maniobra en el tiempo. De esta manera, el riesgo inicial quedó reducido a una maniobra común. Todo ello porque ahora Galicia ya cuenta con el puerto refugio que en su momento se propuso como solución a futuros accidentes marítimos, y que, por esa razón, fue financiado en gran parte con fondos europeos. Hoy lo que antes era una amenaza constante es una oportunidad.

Pero además, la obra portuaria está permitiendo alejar de los ciudadanos y de la ciudad misma importantes situaciones de molestia ambiental y baja calidad de vida a más de doscientos mil gallegos que viven junto a unos muelles cargados de mercancías nocivas, pero necesarias para nuestra actividad económica y, sobre todo, poner las bases para levantar un poliducto sobre el que se habían construido poblados barrios urbanos. Una situación única que por sí sola ya justificaba la operación del puerto exterior. Ahora solo falta acometer la conexión ferroviaria, que debería estar acabada hace años, porque no se entiende un gran puerto sin poner antes las comunicaciones necesarias, como reiteradamente demandaba la misma Autoridad Portuaria. Ahora parece que, al fin, va por el camino adecuado.

Los riesgos de nuevas catástrofes provocadas por posibles accidentes de navegación ya tienen una respuesta eficaz en tierra, una respuesta que ningún otro puerto gallego podría dar. Creo que es la mejor confirmación de la necesidad de abordar una inversión como la que se hizo. Ahora toca pensar cómo convertir esa infraestructura, y su complejo sistema logístico y de comunicaciones en una nueva oportunidad para atraer empresas a Galicia y crear nuevos empleos que atraigan población, ese bien tan escaso entre nosotros. También para recuperar el frente marítimo de la ciudad y de acometer una renovación de la fachada urbana con una visión que no sea cortoplacista y que, además de pensar en su valor de cambio como activo inmobiliario, mire también con respeto al paisaje urbano y a la recuperación del diálogo perdido entre la ciudad y el mar. Un valor histórico que solo ahora es posible activar. Y tenemos ejemplos de muchas ciudades que supieron resolver adecuadamente ese binomio de intereses. Un ejemplo de cómo una amenaza latente se ha convertido en una suma de oportunidades y que da la razón a todos los que defendimos la idea antes incluso de proyectar su construcción. Fue una buena idea para Galicia.