En memoria de Gonzalo Puente Ojea

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

16 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha fallecido, a los 92 años, Gonzalo Puente Ojea, embajador de España y autor de algunos de los libros más importantes sobre ateísmo publicados en nuestro país. Nacido en Cuba, de familia gallega, tras licenciarse en derecho, pasó con éxito el acceso a la Escuela Diplomática, que, como su propio nombre indica, ha sido coto cerrado para familiares de diplomáticos. De hecho, el propio padre de Puente Ojea ya había sido cónsul y ese origen, sin duda, debió haberle ayudado a Puente Ojea a franquear las puertas de tan ilustre escuela, que, por ejemplo, no logró traspasar ni siquiera, con todo su talento, su don de lenguas y su intachable origen burgués, el soberbio poeta Jaime Gil de Biedma. La Escuela Diplomática es la Escuela Diplomática.

Dicho esto, hay que dejar bien claro que la competencia profesional e intelectual de Puente Ojea ha sido del más alto nivel. Tras su paso por Marsella y por Mendoza (Argentina) con el cargo de cónsul, allá por 1966, fue destinado a la embajada de España en Atenas. Como casi todo el mundo en Occidente por aquellas fechas, Puente Ojea estaba bautizado y creía en Dios. Pero, en cuanto pisó la Acrópolis, se cayó diplomáticamente del caballo -como, en su día, san Pablo cuando iba a Damasco a ajustarles las cuentas a sus enemigos los cristianos- y, contemplando el Partenón que venera a unos dioses tan distintos de los que se veneran en la catedral de Burgos, perdió la fe católica para el resto de sus días.

Títulos de excelentes libros suyos como Elogio del ateísmo, El mito del alma y El mito de Cristo ponen el contrapunto a toneladas de tratados de teología que, con excesivo optimismo, nos quieren vender verdades que, a veces, no están claras ni siquiera para quienes las propalan.

De 1985 a 1987 Puente Ojea fue embajador de España ante la Santa Sede nombrado por el ministro de Asuntos Exteriores Francisco Fernández Ordóñez. El nombramiento para ese cargo de un ateo, que además estaba divorciado, levantó ampollas vaticanas, que, cuando Puente Ojea contrajo matrimonio civil con una nueva esposa, desembocaron en su destitución del cargo que la Santa Sede logró imponer al Gobierno del PSOE.

Aquella destitución ni la olvidó ni la perdonó nunca Gonzalo Puente Ojea, un autor de sabias doctrinas.