Al sol que más calienta

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

25 jun 2017 . Actualizado a las 10:32 h.

Ahora parece que el muro que Trump quiere levantar en la frontera con México servirá para combatir el efecto invernadero. La nueva ocurrencia del cerebro que sustenta el tupé más famoso del mundo, con perdón del Chiquilicuatre, es culminar la muralla con paneles solares. Trump cree que si acerca cinco metros los paneles al Sol, que está a casi ciento cincuenta millones de kilómetros, captará más energía. Ahora sabemos que esa muralla fue iniciada por Clinton. Una muralla que separa más aún a México de sí mismo.

 En realidad, la verdadera división se produjo en 1848 con el tratado de Guadalupe Hidalgo, que entregaba medio país: California, Texas, Nuevo México y algunos otros estados del Sur. Aquello había sido España por más de tres siglos, y con su incorporación a EE. UU. los yanquis se encontraron con las edificaciones de los tiempos de Hernán Cortés y con un pueblo, incluidos apaches y comanches, que hablaba español. Medio siglo después, los americanos nos arrebataron Cuba y Filipinas. Luego ya volvimos como turistas y emigrantes.

Para Camba, Nueva York fue La ciudad automática, y Anticípolis para Luis de Oteyza. Federico, de Erasmus en Columbia, fue allí poeta surrealista.

En los años treinta, la casa de Chaplin era en Hollywood el centro de reunión de sus amigos Edgar Neville, Luis Buñuel y Jardiel Poncela, por lo que la llamaban «la casa de España».

Ahora parece que el muro de la energía limpia va a mantener alejados a los pobres del Sur. Tal vez Greenpeace tenga algo que decir. Y usted, y yo.