Luis Fonsi y Daddy Yankee no saben todavía que la mejor versión de Despacito de todos los tiempos la cantan en gallego unos de Taboada. Se llaman Páramo Pictures y han creado en YouTube una colección de vídeos maravillosos con versiones enxebres de Gangnam Style (Vou estalar), Adrenalina (A Bertolina), Súbeme la radio (Tira cos valados), Duele el corazón (Préndeme o boi) y -mi favorita, lo confieso-, el Wrecking Ball de Miley Cyrus, que en sus manos se convierte en Fertimón. El cantante, en vez de succionar un martillo como nuestra querida ex-Hannah Montana, se afana en lamer un sacho. Ya estamos más cerca de subir a Miley al botafumeiro de la catedral de Santiago. Al tiempo.
En los cortos de Páramo Pictures hay mil cameos de la Galicia real. Aparecen la concentración parcelaria, el purín, la cosecha de patatas que se echa a perder, la maquinaria John Deere, las batas de cuadros, la cocina bilbaína, uralita a saco y un galpón que yo trasladaría tal cual como instalación al CGAC. Porque ese chabolo donde se secan las mazorcas y vegeta un desvencijado Peugeot matrícula LU-0694-L somos nosotros.
Su Despacito se titula Alcolitos. No sé si es agropop, reguetón rural o simplemente un sano cachondeo. Pero donde Luis Fonsi canta «déjame sobrepasar tus zonas de peligro» y Daddy Yankee amenaza con un «quiero ver cuánto amor a ti te cabe», los Fonsi y Daddy de Taboada hacen un Pimpinela de amor y desamor al eucalipto: uno quiere carballos y el otro cartiños.
Todo acaba en una fiesta junto a la lareira. Con Despacito al ritmo de una vara que raspa la clásica botella de anís El Mono. Cae una ronda de chupitos de un brebaje de intenso color verde. ¿Orujo de hierbas? No. Licor de eucalipto. Eucalitro, lo bautiza Ramón. Parece kriptonita. Y tal vez lo sea.