A la gallega

Tino Novoa EN LA FRONTERA

OPINIÓN

Chema Moya

27 jul 2017 . Actualizado a las 08:52 h.

La declaración de Mariano Rajoy ante la Audiencia Nacional solo sirvió para una cosa: para insistir en el tópico sobre el gallego que nunca se moja. ¡Maldita la gracia! Y parece mentira que sea precisamente un gallego, y presidente del Gobierno, quien apuntale esa vulgaridad. Por lo demás, todo transcurrió según el guion previsto. Rajoy sorteó, incluso con solvencia, el lance judicial. Bien es cierto que ayudado por unas acusaciones previsibles y escasamente incisivas en sus preguntas, más algún que otro capote del presidente del tribunal, quien ya había votado en contra de la comparecencia del jefe del Ejecutivo ante el tribunal. Los rifirrafes entre el presidente de la sala y los abogados demuestran el estrecho camino por el que debe transitar la acción judicial, que nada tiene que ver con la laxitud del debate político, en el que todo sirve, incluido el engaño sistemático y la mentira más grosera. Conviene deslindar ambos planos para interpretar adecuadamente lo que sucedió ayer en la Audiencia Nacional. Ni es bueno intentar convertir la Justicia en una prolongación de la lucha política ni la ausencia de culpa penal significa exoneración de responsabilidad política.

La estrategia de Rajoy de escudarse en el desconocimiento absoluto de cuanto ocurría con el dinero de su partido, como si la gestión económica fuera un servicio subcontratado y sin control, le puede servir para eludir la presión judicial, pero no la política. Porque su continua apelación a la ignorancia demuestra más interés en preservar los intereses personales y del partido que en colaborar con la Justicia. Y eso es inadmisible en un presidente del Gobierno. Porque su relato, por mucho que judicialmente le sirva, es políticamente increíble. Y con todo ello no solo no aporta luz sobre las acusaciones, sino que contribuye a prolongar la agonía política a la que nos lleva el eterno debate sobre la corrupción. Y la prueba es cómo, al minuto de concluir la declaración, la oposición, con Sánchez e Iglesias a la cabeza, volvía a escenificar el guion mil veces visto en los últimos años. Un hartazgo.