Así nos ven en los países escandinavos

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

09 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Acabo de regresar de un viaje por varios países escandinavos, y en esos días he oído muchas opiniones sobre nuestro país, y también he visto muchas cosas dignas de elogio. Lo primero que llama a la atención al llegar a las ciudades es el urbanismo y el diseño arquitectónico de los renovados frentes portuarios. Alguno de ellos perfectamente aplicable a lo que podría ser el futuro waterfront coruñés, y en general fórmulas de movilidad sostenible que, aplicadas entre nosotros, mejorarían mucho la calidad de vida de nuestras ciudades. Unas ciudades donde los niños llenan los espacios públicos y donde un horario laboral racional facilita la vida familiar. No faltaron situaciones de masificación turística, pero en ningún caso semejante a las que también nosotros empezamos a padecer. Con ser mucho lo que a la vista está, lo más interesante es lo que hay detrás: la filosofía de vida sostenible, la educación más centrada en los valores que en las metodologías, una ética social asumida por todos y una política fiscal justa, donde la elevada carga aporta muchos beneficios a los ciudadanos. Es lógico, en un contexto como este, que les cueste entender la corrupción política y social que padecemos en España, porque allí la mentira y el engaño están socialmente penalizadas desde la misma escuela, y más aún desde la familia. 

Pero, con todo, somos un país muy bien visto, porque somos alegres, tenemos buen clima, la gastronomía es excelente y parecemos felices. Solo hay dos pegas: que nos ven como una economía de consumo basada en el turismo masivo, con todas las secuelas que ello lleva, y una sociedad donde la trampa es práctica común desde antiguo. En eso comparten la idea que la presidenta alemana exponía no hace mucho: somos un país de fiestas, el país del botellón. Por otro lado, como los gallegos, ellos también son laboriosos, cordiales, afectuosos, con notable sentido del humor, educados y muy respetuosos, pero mientras nosotros estamos dejando nuestros valores sociales a cambio de un individualismo, un hedonismo y un consumismo exacerbados, ellos siguen firmes en los suyos. Y esa diferencia es importante cuando pensamos en construir el futuro. Al menos a mí me lo parece.