Pueblo y masa

Tino Novoa EN LA FRONTERA

OPINIÓN

12 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay quienes confunden pueblo y masa. Son los agitadores que pretenden hacer de las calles el altar de la política. Esos que reducen la política a unas cuantas ideas simples de profunda carga emocional para movilizar fácilmente a la gente. Nada novedoso. Después de todo, la democracia es un fenómeno propio de la sociedad de masas. Pero algunos siguen en la versión infantil de la democracia popular de principios del siglo pasado, que desembocó en lo que todos sabemos y que es mejor no recordar. Aunque haya quienes se empeñen en ello. Son los que vuelven a excitar los ánimos con una versión orgánica de pueblo enraizado en un pasado idílico y que busca su unidad de destino en lo universal. O los que aún siguen anclados en la facilona contraposición entre pueblo y élites explotadoras. Como si no hubiera pasado un siglo y una profunda transformación social. Las sociedades actuales son sistemas complejos, plurales, interdependientes y sustento de estructuras políticas de soberanía compartida. Obviar esta realidad es solo un engaño de quienes intentan manipular para conseguir sus propósitos. Nada original. A fin de cuentas la democracia es un sistema más de persuasión que de deliberación. Pero entre persuasión y propaganda hay importantes matices diferenciadores. Y por grande que sea el número de movilizados, que lo es, no da la razón ni es motivo para ignorar la ley. Lo que sí demuestra, es verdad, es que hay un problema político de fondo que hay que afrontar. Pero eso es cuestión diferente a la del referendo ilegal, pese a que haya quienes siguen confundiendo churras con merinas por oportunismo político.