Jornada de reflexión

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

30 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Penúltimo episodio del despropósito que Puigdemont heredó de Artur Mas y que empujó con una obstinación descomunal hasta el borde del precipicio: el Gobierno catalán se querella contra el fiscal general del Estado y el de Cataluña porque, arguyen, actúan «fuera de la ley». Podría ser el titular de uno de esos informativos satíricos que últimamente se reivindican ante una realidad que los deja sin espacio. Pero no, es el solemne anuncio de quien ha puesto dinamita en la legalidad constitucional, es decir, quien voluntaria y conscientemente se ha puesto fuera de la ley.

Quedan unas horas para que se consume el desafío. Ojalá quede sentido común en la ciudadanía -en los que quieren y los que no quieren (en estas condiciones) expresar su opinión- y algo de mesura e inteligencia en quienes pueden evitar aún que el choque de trenes sea tan violento que resulte imposible reconstruir las vías sobre las que hasta ahora hemos circulado. Unas vías que, sin necesidad de remontarnos a tiempos tan pretéritos que pueden desdibujar la historia en mitología y leyenda, nos han llevado a levantar una sociedad con razonables grados de prosperidad, solidez democrática y reconocimiento de la diversidad.

Ojalá todo pase rápido, como una mala pesadilla, sin que se produzcan daños irreparables, y el 2-O comience un necesario tiempo de reflexión. Sin maquillajes, hemos de mirarnos en el espejo. Porque sabiendo todos que este procés nació inválido y contaminado, no es descabellado pensar que algunos nudos debemos desenmarañar. Lo intentó Canadá con su Ley de la claridad después del referendo (legal) de Quebec de 1995. El lunes es jornada de reflexión.