Hay una Galicia que no arde

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

26 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchas cosas me han consternado de lo acontecido hace unos días en Galicia. Desde las personas presas de pánico e impotentes hasta los fallecidos. Pero también ver como nuestro territorio se destruye una vez más. Y en particular lo ocurrido en Os Ancares. Un viejo amigo me telefoneó buscando una persona que pudiera comprender su dolor por la pérdida de un espacio geográfico que para él fue siempre muy especial. Y así podría relatar muchas anécdotas e impresiones, pero quiero centrarme en un tema: la Galicia que no ardió. Cualquiera que viera los mapas de los fuegos le llamaría la atención que toda la franja septentrional quedó indemne al fuego, a pesar de ser la zona con más plantaciones de eucalipto que en algunos casos dan lugar a un monocultivo.

Hay varias causas para explicarlo. Por un lado la composición del suelo y su capacidad de retención de humedad, las menores temperaturas durante el prolongado estío e incluso las frecuentes nieblas o brumas que siempre aportan algo de humedad. Sin embargo lo que quiero resaltar es otra circunstancia: en esa zona el bosque o el monte esta cuidado, ordenado y limpio y es objeto de cultivo productivo y por eso de vigilancia vecinal. Y esa es probablemente la más importante diferencia. En consecuencia, es necesario mejorar la gestión de nuestros montes y tomar medidas preventivas para evitar situaciones como la que comento. Seguramente la ola incendiaria no se hubiera podido evitar pero sí aminorar sus consecuencias. Es cada vez más imprescindible abordar un plan de desarrollo de nuestro espacio rural, de nuestras comarcas rurales, porque cuando todo se despuebla no hay política ambiental que valga. El mejor medio para su conservación es su puesta en producción. Y también una oportunidad para contribuir a crear ese empleo que tanto se resiste.