Rajoy, Karpov y la errada partida

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Emilio Naranjo | EFE

04 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El maestro Tocqueville decía que en una revolución, al igual que en una novela, lo difícil es inventar el final. Yo no vislumbro el final de este sainete irrisorio, aunque doloroso. «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí» (Monterroso). Hoy me permito, válgame Dios, disentir con el maestro Barreiro Rivas, al que tanto admiro. Escribía hace una semana un título elocuente: «Rajoy se adelanta con otra jugada maestra». Cierto, la fulgurante convocatoria electoral es un movimiento político de enjundia. Este riesgo, que descoloca al independentismo, no nos puede hacer caer en el error de ignorar la existencia de otras «jugadas maestras» que quedaron por el camino. Voy con ellas y me permito argumentar en torno a las derivadas de las alternativas propuestas cual si fuera un tablero de ajedrez: la vida misma.

La primera alternativa, que se obvió, es que la Justicia actuase mucho antes. Y no es esta tautología una invención particular. Es la jueza Carmen Lamela quien lo señala en su auto del jueves arguyendo que los actos contra la ley acontecían desde el año 2015. ¿Por qué no se actuó entonces con contundencia? Yo no tengo la respuesta.

La segunda alternativa es que Mariano Rajoy hubiese aplicado el artículo 155 el 6 de septiembre, motivos no faltaban. Nos ahorraríamos el bochorno del 1 de octubre, con sus consecuencias internacionales y, por supuesto, no hubiésemos llegado a los acontecimientos que vivimos estos días infaustos. O sea, que el independentismo se quedaría sin argucias victimistas (su única baza ahora mismo) para acometer unas elecciones. Dicho esto, reconozco que Rajoy ha actuado como un auténtico hombre de Estado, lo cual no quiere decir que en el futuro su actuación sea óptima para el Estado. Para su partido, por supuesto que no lo es. Creo que en su deseo de no ir solo con el 155 ha sido chantajeado por Pedro Sánchez con la reforma constitucional, a mi modo de ver innecesaria en lo sustantivo de la misma. Y no solo eso, ha convertido a Sánchez en el hombre de Estado que es Rajoy: lo ha puesto a su altura. Y ya saben ustedes que fiar el futuro de España a Pedro Sánchez, según mi criterio, es ponerlo en manos también de Pablo Iglesias (ese que dice que en España hay presos políticos y se encarcela a la oposición). En las mismas manos en las que están muchas capitales gallegas, no lo olvidemos.

Dicho todo esto, reconozco que la aplicación tardía del 155 ha desmontado la Arcadia feliz de los independentistas. Porque las empresas no quieren saber nada de su delirio. Aún así, no sé si a Rajoy y a su partido les habrá valido la pena haber llegado hasta aquí. Porque el PP, Aunque no lo parezca, ahora está más solo que nunca.

Y España, al albur de lo que suceda el 21 de diciembre. El independentismo, con el PSC de comparsa, volverá a ganar. Y tarde o temprano comenzará de nuevo la partida inconstitucional. Eso es lo que creo. Karpov, el campeón, dijo: «Los buenos ajedrecistas juegan a no cometer errores». Aquí se han cometido demasiados.