Kiss o por qué cortarte el frenillo de la lengua

Serxio González Souto
Serxio González CON GOTAS

OPINIÓN

14 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ta gente cree que la fama te convierte en un imbécil. Yo creo que lo que la fama hace es facilitarte que seas como eres. Si eres un imbécil, el dinero te permitirá ser tan idiota como nunca lo podrías haber sido antes de tener poder». Reflexiones como esta, vertida en una entrevista hace un par de años, hacen que Paul Stanley, Starchild, me caiga francamente bien. La banda que esta noche se enseñorea del Resurrection Fest es el producto de la peculiar relación dialéctica que hace 45 largos años entabló este hombre, que ha sabido reconvertirse de machote insaciable en sereno padre de familia, con su compinche Gene Simmons, quien ha hecho todo lo posible por colocarse a la altura de su apodo, The Demon. Kiss son historia viva de este negocio. Destroyer los convirtió en estrellas, en 1975, encaramados en botas imposibles. Querían ser Alice Cooper y superaron al maestro. Maquillaje de quita y pon, escándalos de todo pelaje, leyendas como la conveniencia de cortarse el frenillo de la lengua para, ejem, llegar con ella a todas partes, ya me entiendes, peleas, reconciliaciones y un logo cuyas dos últimas letras remedan las siglas de las SS. Curioso para dos tipos de origen judío, que en su infancia se preguntaban qué demonios serían esos números que sus vecinos lucían tatuados en el antebrazo. Son Kiss, ¿qué esperabas?