La ley del embudo

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

18 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de una vez he oído quejas de vecinos sobre las limitaciones que las diferentes Administraciones imponen en la rehabilitación y construcción de viviendas, en la modificación de fachadas, etcétera. Aunque existen con carácter general, son especialmente importantes en pequeños pueblos pintorescos, como por ejemplo Redes, en espacios naturales singulares, como As Catedrais, o en ciudades monumentales como Santiago de Compostela.

En la mayoría de los casos este tipo de limitaciones me han parecido razonables. Tal vez por haber nacido en el casco histórico de Santiago o por mi formación profesional siempre he valorado el patrimonio público, sea del tipo que sea, y defendido la capacidad de la Administración de intervenir en casos en que su conservación se ve amenazada; por cierto, algún disgusto me ha costado.

El problema es que la defensa de esa capacidad de intervención y supervisión solo puede basarse en la coherencia de la administración en la aplicación de las normas lo que implica, no solo que sea igual para todos, sino también que los mismos principios rijan en sus propias actuaciones, sean acciones u omisiones; esa es la clave.

Pues bien, en los últimos años veo que las Administraciones responsables de Costas, Medio Ambiente o Patrimonio, por poner tres ejemplos, hacen de su capa un sayo con actuaciones más que discutibles en sus respectivos ámbitos, mientras impiden a los ciudadanos un pequeño cambio en una fachada o modificar una vivienda en el rural, o autorizan a unos vecinos lo que prohíben a otros.

No me extenderé sobre este caso concreto, pero mis comentarios vienen a cuento de la rehabilitación de un pequeño alboio en la fachada marítima de Redes que, supongo, es competencia de Costas. De manera concreta, se trata de un acceso al mismo desde la playa de Area Morta, construido sobre la arena; pueden creerme, se trata de un auténtico monumento al mal gusto, técnicamente discutible, por cuya construcción cualquier particular iría a la cárcel una larga temporada.

Podría referirme a muchas otras actuaciones similares en diferentes lugares de Galicia que hacen que, hoy en día, muchos ciudadanos vean a esas Administraciones como enemigos y no como aliados. Más allá de la discutible capacidad de algunos de sus responsables, en mi opinión, es la falta de equidad la que las ha convertido en gestores que los ciudadanos ven como hostiles.

Por si hay algún mal pensado, les aseguro que no tengo ningún contencioso pendiente con las citadas Administraciones y, por supuesto, considero necesarias sus funciones de supervisión. Simplemente, volviendo al principio, cada vez me cuesta más defender la necesidad de intervención por parte de las Administraciones cuando veo que la única ley que siguen a raja tabla es la ley del embudo: «lo estrecho para todos, lo ancho para uno».