Ahí queda la idea. Lunes, miércoles y viernes, tú; martes, jueves y sábados, yo. El domingo descansamos. O bien, tú por la mañana y yo por la tarde. Podría ser una opción para la formación de los gobiernos municipales y autonómicos, a la vista de la amplísima gama de posibilidades de acuerdos que manejan los que se resisten a no tener poder. Porque tras los gobiernos de coalición, de colaboración o de cooperación, ahora aparecen los que llaman de alternancia y que no son otra cosa que gobiernos de relevos. Como las pruebas de 4x100 metros. Un tramo tú y otro yo.
La diferencia está en que en el atletismo todos tienen la finalidad de ganar la carrera, lo que no ocurre en nuestras instituciones, donde cada uno quiere dejar su impronta y donde los programas, por mucho que haya acuerdos, son bien dispares. Hemos visto acuerdos de lo más inimaginable; incluso de PP y Vox con ex de Podemos y del PSOE, o que el tercero en las urnas sea quien gobierne. Pero lo de distribuirse el mandato en etapas de dos años resulta insólito.
Claro que es tanta la imaginación que han de echarle en esta feria de tratos, contratos y chalaneos que venimos viviendo que llega un momento en el que la cabeciña no da para más. Y ahí surge la posibilidad de dos para ti y dos para mí y tan amigos. Y uno se pregunta cómo se puede compaginar, por ejemplo, la gestión de una ciudad con programas como los de Ciudadanos y socialistas y con asuntos como peatonalizaciones o privatizaciones de servicios públicos. Dos años, sí; dos años, no.
Lo de mitad para ti y mitad para mí puede servir para cargos de representación donde no está en juego el bienestar de los ciudadanos. Pero nunca en los de gestión. Por mucho que los que vinieron a regenerar la política digan que lo de los relevos es una nueva forma de gobierno. Porque no entienden que es un desvarío.