Cumbre informal en las alturas. El presidente de Estados Unidos y el aspirante republicano a destronarlo se ven las caras a solas. La agenda de temas a tratar es monstruosa, inmensa. Pero no la tocan. El inquilino de la Casa Blanca le espeta a su rival: «¿Usas videojuegos?». Este le responde: «No, pero mis hijos sí». Pese a lo dicho, saca el teléfono del bolsillo y le enseña un juego real, Agar io, que ha probado «algunas veces». Y se ponen a jugar mientras pasan el tiempo para hacer ver que están arreglando el país.
Esta escena corresponde a la ficción, a la famosa serie House of Cards, la que transformó para siempre a Kevin Spacey en el despiadado y maquiavélico presidente gamer Frank Underwood (un duelo de este personaje contra Trump sería épico). Pero no sería disparatado pensar que pudiera producirse en alguno de los encuentros celebrados entre los equipos negociadores de PSOE y Podemos que, para los biempensantes, puede solventar el bloqueo político que sufre el país..
Suman horas y horas de conversaciones. Con resultados pírricos. No hay avances (y tampoco voluntad de llegar a acuerdos que eviten elecciones), lo que hace muy pertinente una pregunta: ¿Qué hacen en realidad? ¿A qué dedican ese tiempo libre? Son gente educada, inteligente y con buena conversación. Pero debemos concluir que lo suyo no es la tertulia, sino el puro teatro.