Canta Rosalía: «Que yo sé que he nacido para ser millonaria. Como si lloviera, tirando los billetes por los aires». Y llovieron billetes, sí, más allá de sus vídeos musicales. Ocurrió en una fiesta posterior a los Grammy. Se han difundido unas imágenes en las que la artista española disfruta de un fiestón con su colega Dua Lipa. Esta última le tira papel moneda a unas bailarinas que perrean a cuatro patas en ropa interior. Dua Lipa incluso introduce cash en el tanga mientras disfruta de la música. Rosalía no reparte dinero, pero tampoco sufre. La escena se aliña con los cachetes que se autopropinan en el trasero las profesionales del local que danzan en el suelo. La pieza audiovisual, grabada con un móvil y lanzada al universo virtual, no es precisamente un monumento al buen gusto. Más bien es todo lo contrario. Pero, más allá de la ética, surge el debate de la estética. Bueno, no debate, que eso ya no se estila, que diría María Dolores Pradera. Ahora con cada brizna de hierba se monta una guerra mundial. En esta del vídeo los escandalizados acusan a las cantantes de vender un falso mensaje feminista, de jugar a convertirse en símbolos para acabar mercantilizando el cuerpo de la mujer. Los defensores de las estrellas definen a los críticos como mojigatos y talibanes, les dicen que ven demonios donde hay unas chicas disfrutando y otras ganándose la vida. Pero el incendio podría haber sido mucho mayor con otros protagonistas. Si el lanzador de billetes hubiera sido un hombre presuntamente feminista la crucifixión hubiera sido completa, con doble clavo.
La Rosalía lanzó hace tiempo una canción muy interesante. Con un buen título. Dios nos libre del dinero.
