Sobre las encuestas de intención de voto

Manel Antelo
Manel Antelo EN VIVO

OPINIÓN

10 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Imagínese que se celebra una exposición gatuna para elegir al minino más bonito del mundo y que usted forma parte del jurado. Le pagarán una determinada cantidad de dinero si el gato por el que ha votado gana el concurso y esa cantidad también se la pagarán a todos los miembros del jurado que hayan votado por ese felino. ¿Cómo actuaría si se viese en esta situación? «Votaría por el gato que me pareciese el más bonito de todos los que se presentasen al certamen», pensará usted. Pero actuar así, que por otra parte parece lo más obvio, tal vez no sea lo mejor si pretende hacerse con la recompensa. Por ejemplo, podría ir más allá de lo obvio y pensar que tal vez merece más la pena votar por el minino que cree que los demás miembros del jurado creen que es el más bonito. E incluso ir más allá y pensar que los demás miembros del jurado están, tal vez, elucubrando en los mismos términos que usted, en cuyo caso merecería la pena votar por el gato que uno cree que los demás creen que los demás creen que es el más bonito… Y así podría seguir conjeturando hasta el infinito.

Lo que acabamos de describir no es más que un juego al que, por cierto, la jerga económica llama concurso de belleza y que dio lugar a otro que se conoce como p-concurso de belleza y cuya idea es básicamente la misma. En este caso, un grupo de jugadores deben escribir un número en un papel, entre 0 y 100, por ejemplo. El ganador es el que escribe el número (o se aproxima más) que sea igual a dos tercios de la media de los números que han puesto todos los demás jugadores. Por ejemplo, si la media de los números que han escrito los demás es 60, el jugador que gana el juego es el que haya puesto 40 en su papel o, si nadie ha puesto este número, el que haya escrito el número más próximo a 40. ¿Cómo jugaría este juego?

Imaginemos que el número que escriben todos los participantes en sus respectivos papeles es 100. En ese caso, los dos tercios de la media de los números escritos sería 67, con lo cual no tiene sentido elegir un número mayor que 67, porque un número tal nunca será igual a dos tercios de la media. Ahora bien, si todos los participantes razonan así y eligen el número 67, las dos terceras partes de la media dan lugar al número 45 y, por tanto, nadie debería optar por ningún número mayor que 45. Si seguimos razonando de esta forma, se llega a que el único número que, una vez que todos y cada uno de los participantes han escrito nadie quiere cambiar por otro distinto porque haciéndolo sufriría una pérdida, es el cero.

La relevancia de este juego radica en que refleja la esencia de muchas situaciones que ocurren en la vida real. Por motivos de espacio, expondré de forma simplificada dos en las que el lector podría verse involucrado. Un ejemplo es el mercado de valores, en el cual un inversor puede comprar acciones de una determinada empresa no porque crea que su valor intrínseco vaya a subir, sino porque crea que el resto de los inversores creen que su valor intrínseco va a subir. Por lo tanto, compra las acciones y su valor sube. Desde luego que no se puede descartar que no sea así cómo se producen algunas burbujas. La inmobiliaria entre ellas.

Otro ejemplo al que se puede aplicar este tipo de razonamiento es el día de las elecciones. Diversos partidos políticos, cada uno con un programa de gobierno distinto, pugnan en esa jornada por el favor de los votantes. Pues bien, puede suceder que cada votante en particular no elija la papeleta del partido cuyo programa refleja fielmente sus preferencias y que, sin embargo, no tiene posibilidades de ganar la contienda, sino que vote al partido que, de entre los que cree que tiene opciones de ganar porque cree que una gran cantidad de gente le votará, se acerca más a sus preferencias. Y, desde luego, esta creencia puede estar fundamentada en gran medida en las encuestas y sondeos sobre intención de voto y tendencias electorales. ¿Se entiende ahora por qué los partidos políticos les dan tanta importancia a estas encuestas? ¿Porque saben que pueden generar comportamientos gregarios? A pesar de que en público nunca lo admitirán.