El síndrome tóxico o enfermedad de la colza fue una intoxicación masiva sufrida en España en la primavera de 1981. La enfermedad afectó a más de 20.000 personas,? ocasionando la muerte de unas mil. La gestión fue nefasta, atribuyendo la enfermedad a un cuadro de neumonía, hasta que un grupo de médicos determinó las causas, a pesar del criterio de Sancho Rof, ministro de Sanidad; este atribuyó la enfermedad a «un bichito del que conocemos el nombre y el primer apellido. Nos falta el segundo. Es tan pequeño que, si se cae de la mesa, se mata».
Ya han pasado 25 años desde que se registró el primer caso de la enfermedad de las vacas locas. Hoy sabemos que el patógeno responsable de esta enfermedad es el prión, una proteína capaz de infectar a los humanos a través del consumo de carne de vaca. Este síndrome suscitó un gran interés social y político en la década de los 90, pues se calcula que hasta un millón de reses pudieron verse afectadas por la enfermedad. De nuevo una ministra, Celia Villalobos, hizo el ridículo: «Las amas de casa no tienen que hacer un caldo con huesos de vaca, que además ya no se venden, y si los tienen en la nevera, que los tiren. Se puede hacer el caldo con huesos de cerdo».
Sobre la gestión de la gripe A en España me remiro a un texto publicado en Acta Sanitaria: «Se confundió transparencia con la presencia constante en los medios de comunicación de una ministra de Sanidad vana, locuaz y dicharachera, ignorando que la transparencia propiamente dicha exige poner énfasis y comunicar los pros y contras de las decisiones alternativas para facilitar la implicación de los profesionales y de la población . Fue obvio que las respuestas y actuaciones estuvieron más cercanas a la épica gesticulante que a la razón serena y sistemática». Se refieren a Trinidad Jiménez.
Pues bien, tengo la impresión de que las cosas han cambiado en la llamada crisis del ébola y en la actual crisis del coronavirus. Lo creo porque han desaparecido los ministros parlanchines de los medios y son los científicos los que llevan la gestión de las crisis y de la comunicación. En este sentido, es tranquilizadora la presencia del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, y del comité científico que le asesora. ¿Por cierto, cuando duermen?
Es obvio que los resultados de las crisis pueden ser imprevisibles, mucho más si están en manos de políticos ignorantes, pero tenemos un magnífico sistema de salud y excelentes científicos que solo necesitan que les dejen trabajar. Confiemos en ellos y sigamos sus recomendaciones, porque creo que todos preferimos que nos opere un cirujano que un consejero de sanidad.