Cada un...

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

JOSE MANUEL CASAL

04 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El paisano avanzaba por la feria con su paraguas a la espalda, colgado del cuello de la zamarra. Llovía y los que se cruzaba le decían que para qué quería el paraguas. Pero él seguía mojándose y se limitaba a responder casi para sí: «Cada un sabe o que sabe». Sabía que su paraguas abierto podría aguantar alguna lluvia, pero sus varillas rotas y algunos agujeros le impedían aguantar miradas. Todos se creían más listos, con autoridad para juzgarle. Los justos del Antiguo Testamento se quejaban mucho a Dios de eso: de que sus enemigos les acusaban sin entenderles. Las policías secretas totalitarias cultivaban el mismo sentimiento de superioridad, tan necio, para instaurar toda una cultura de la delación. Pensaba yo que lo conseguían a base de miedo y, a veces, valiéndose de resentimientos y envidias que conducen a la venganza. Pero no. La cultura de la delación se alimentaba del afán de sentirse por encima del otro, dicen, por ejemplo, algunos estudiosos de la Stasi.

Leí hace semanas la queja amarga de Alberto Moyano en el Diario Vasco contra la policía de balcón. Quizá exageraba una mala experiencia. Más tarde los municipales multaron a un amigo mío que, huyendo de un dolor tremendo y ya sin arreglo, había salido a respirar a un descampado. Los policías le explicaron con desgana que se veían obligados, porque habían recibido tres denuncias. Luego me llegaron más historias y recordaba en cada ocasión la diatriba de Moyano. Esta semana supe que el triste fenómeno ha comparecido también en el Reino Unido y en otros países.

Quien se cree idiota por quedarse en casa mientras el vecino ya ha paseado dos veces al perro… quizá sea idiota. Si denuncia al vecino, seguro.