Recuperación incierta

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

J. Hellín. POOL

12 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Nuestros políticos no son solo responsables de lo que hacen, lo son también de lo que no hacen y de lo que no les dejan hacer a otros. Esto es algo que sabemos bien los ciudadanos, pero que nuestros mandamases parecen ignorar demasiadas veces de un modo interesado y egoísta, sobre todo en estos momentos de continuos debates. Y es que quizá «entre un Gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa», como bien dijo el gran escritor francés Víctor Hugo.

Aquí, en España, vivimos un período complejo en el que sabemos de dónde venimos, pero aún ignoramos a dónde están intentando llevarnos. Lo cual quiere decir que, en verdad, solo sabemos que estamos atravesando espacios de incertidumbre múltiple y de complicidades de dudosa condición, sin que tengamos una intuición clara de nuestro futuro. Y esto es, cuando menos, inquietante, y también desconcertante.

Es comprensible que la covid-19 haya afectado también a nuestra política, pero mucho me temo que, aún sin esta pandemia, estaríamos en una situación muy parecida a la que ahora vivimos. Porque se han arrancado los marcos de la política antes liderada por socialistas y populares y ha entrado un vendaval de nuevos postulados no siempre claros ni exentos de riesgo para la unidad de España. Se le atribuye a Sócrates la frase de que «el secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo». ¿Estamos en ello? No lo parece, porque muchas de las propuestas tienen un hedor extrañamente guerracivilista o de confrontación ciudadana.

Es cierto que corren malos tiempos a causa del coronavirus y las distintas formas de combatirlo. Los aciertos y los fallos están dejando un extraño balance que todavía nos mantiene en vilo. Porque los expertos de unas y otras partes no coinciden, lo cual alza murallas de incertidumbre y de penurias. Pero, en medio de todo esto, nos aferramos a un horizonte de esperanza que vislumbramos en lontananza y que parece avalado por expertos. Todavía no concuerdan en todo, pero ya coinciden en el idioma que hablan. Lo cual es esperanzador, porque hablan de recuperación. Pero nadie sabe cuánto tardará en producirse.