Hay que tener fe, mucha fe

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

CARLOS CORTÉS

29 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay que tener más fe que el Alcoyano. Tenemos que ser extremadamente firmes en nuestras convicciones, porque si nos dejamos llevar por lo que vemos puede asolarnos una crisis de confianza y entonces vamos a la deriva. El fármaco que hace unos días mataba a mansalva, tiene ahora una efectividad de más del 80 %. Aún así se mantiene la duda sobre los ensayos. Cada media hora anuncian una vacunación masiva, que nunca se lleva a cabo. Nos dijeron que en un pis pas estaríamos todos vacunados y ahora ya hablan de finales del 2022. Por el camino se pierden, como a quien se le cae un boli, millones de dosis, y los engaños e incumplimientos de las farmacéuticas son habituales. Los desatinos y contradicciones de las vacunas dan para un tratado por tomos.

Por eso hay que tener fe; mucha fe. Y hacer como nuestras abuelas que, pasase lo que pasase, mantenían una confianza ciega en su médico de cabecera y en todo cuanto les prescribía. Porque en la confianza depositada en quienes ponen remedio a nuestros males está gran parte del éxito de los tratamientos. Hay que mantener ese vínculo porque si asaltan las dudas, es difícil que el proceso finalice con éxito.

Claro que cuesta trabajo. Después de los vaivenes que padecemos no resulta nada fácil tener credulidad, porque con el rosario de incoherencias y dislates tenemos que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener el ánimo. En menos de un mes, los reticentes a las vacunas pasaron del 25 % al 52 %. Y se disparan los que la rechazan y los que no creen en las medidas que se están adoptando.

La gestión del remedio se asemeja más a un disparate que al mínimo rigor exigible en un asunto en el que nos va la vida. Se abona el terreno para que calen mensajes dañinos como los de la epidemióloga Victoria Abril o la erudita y viróloga Alaska y su pegamoide. Se lo ponen fácil a los descerebrados. Cada mañana volvemos a empezar. Lo malo es que, con un pie en la cuarta ola, seguimos instalados en el ya se verá. Así se gestiona la pandemia desde O Pedrido a Kiribati, que cae por el Pacífico. A base de ocurrencias. Pero hay que tener fe. «Tengo una gran fe en los tontos, autoconfianza le llaman mis amigos», decía Edgar Allan Poe.