¿Más impuestos en tiempos de crisis?

Pilar Otero Moar PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

María Pedreda

09 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Ministerio de Hacienda ha anunciado una reforma fiscal a desarrollar en el presente año 2021. En ella se quiere abordar el incremento de los impuestos especiales, revisión del IVA, revisión de la tributación por módulos y de las deducciones en el Impuesto de Sociedades y la anunciada armonización de los impuestos gestionados por las comunidades autónomas, así como la revisión de las figuras de tributación para gravar la riqueza.

En líneas generales la orientación de la reforma es una subida de impuestos. Tras la creación de las nuevas figuras impositivas implantadas a principios de este ejercicio, así como las modificaciones al alza de tributos ya existentes, Hacienda quiere introducir en las próximas cuentas públicas una reforma fiscal más ambiciosa que englobe la totalidad de las figuras impositivas. En una situación de crisis como la actual se pretende compensar la reducción de la recaudación tributaria, debida al descenso de la actividad económica, mediante la introducción de nuevos tributos o la reforma al alza de los tributos ya existentes.

España se aleja así de los criterios adoptados por otras economías de la OCDE que entienden que las subidas de impuestos prolongan las crisis, retrasando la recuperación económica. Y en este sentido, en países como Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos las medidas fiscales frente a la crisis han descartado las subidas de impuestos, tratando de crear un clima tributario tendente a favorecer la actividad económica para conseguir una rápida recuperación.

Un sistema fiscal ha de estar dotado de coherencia y seguridad jurídica, bien estructurado de tal forma que facilite el cumplimiento por parte de los contribuyentes y la obtención de ingresos de forma eficiente, pero también ha de servir como instrumento que favorezca la competitividad y el crecimiento, fomentando la inversión empresarial, así como el mantenimiento y la creación de empleo. Objetivos que no se consiguen con reformas apresuradas y coyunturales.

Una reforma fiscal ha de estar orientada a conseguir dichos objetivos de forma equilibrada, sin perseguir de forma exclusiva el aumento de recaudación, aumento que a medio plazo también se consigue a través del incremento de las bases imponibles fomentando el crecimiento económico.

La actual crisis derivada del covid-19 supone un gran reto para las cuentas públicas, pero este reto no se resolverá poniendo el foco únicamente en los ingresos públicos. Hay que tener en cuenta simultáneamente el debe y el haber de las finanzas públicas, con buen criterio contable, y analizar también el gasto público, con ánimo de contención, tratando de mejorar la eficiencia de dicho gasto público.

El Gobierno prevé presentar en breve al grupo de expertos que ha ido reuniendo para diseñar la reforma fiscal. Según ha informado la titular de Hacienda, los miembros de esta comisión «están preseleccionados» y «han sido contactados», añadiendo que es intención del Gobierno que puedan presentar sus recomendaciones a tiempo para acometer los primeros cambios impositivos en el inicio del nuevo ejercicio presupuestario, lo que supondría su entrada en vigor en el 2022.

Permanezcamos atentos a la composición del comité de expertos, a sus conclusiones (que tendrán mero carácter consultivo) y a la subida de impuestos que se avecina y que amenaza con dificultar la salida de la crisis.