La invasión de los idiotas

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

David Zorrakino | Europa Press

14 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La emblemática alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, acaba de tomar una tajante decisión. Poniendo en valor lo que decía Umberto Eco de que las redes sociales son «la invasión de los idiotas», ha abandonado Twitter, aunque se mantiene presente en Facebook e Instagram. Dice que, cansada de la «tiranía de la presencia permanente», de soportar insultos y de ataques por «perfiles falsos y anónimos que intoxican e incitan al odio», muchos de ellos «bots» comprados por «la extrema derecha» y el independentismo.

No deja de causar sorpresa la decisión de la alcaldesa, que ha ganado gran parte de su popularidad, cuando no toda, precisamente en las redes sociales. En ellas recibió -cierto que también críticas y descalificaciones- apoyos incondicionales a sus declaraciones y actuaciones, además de tener la oportunidad de contar lo que hace con su vida pública y privada a cada momento. No se entiende la trayectoria de Colau sin ese entramado colectivo. Porque las redes sociales se han convertido en el principal soporte de exposición y promoción pública de nuestras clases dirigentes. Es otra epidemia. Desde el presidente del Gobierno al concejal del último recoveco. Allí opinan sobre los asuntos de estado o política internacional y anuncian al mundo cada uno de sus movimientos. Resulta cómico ver cómo suben a las redes las reiteradas visitas a una misma obra en construcción, la inauguración de una bifurcación, el repetido corte de una cinta, el inicio de un viaje o su propio cumpleaños. Y no hablemos de las críticas y descalificaciones al adversario, que no se dicen a la cara pero que cuelgan en sus perfiles y que son retuiteadas hasta la saciedad por incondicionales y hooligans. Sin redes sociales no viviríamos instalados en la confrontación. Contribuyen a la bronca permanente.

Hoy les resulta imposible entender una gestión pública sin el soporte de las redes, por mucho que reconozcan su toxicidad. Porque el descontrol que reina en ellas les permite dar rienda suelta a sus complejos y obsesiones. Por eso sería de agradecer que siguieran los pasos de Colau y que, como ella, llegasen a la conclusión de que se es «mejor persona fuera de la plataforma».