Aires de divorcio entre Vox y el Partido Popular. La declaración de Santiago Abascal como persona no grata por la Asamblea de Ceuta abrió una guerra de efectos todavía desconocidos. Para el señor Vivas, presidente de la ciudad autónoma, Abascal es un político que pone en riesgo la convivencia. Y Pablo Casado lo tiene que respaldar porque Vivas es el líder local del partido y porque, además, amenaza con dimitir si la dirección nacional le desautoriza, como hicieron el domingo algunos portavoces madrileños del PP.
La alternativa para Casado es: o Vivas, que significa unidad y autoridad, o Abascal, que significa alianza, pero alianza peligrosa.
La tensión elevó su temperatura, porque siempre hay voces dispuestas a agravar los conflictos o fastidiar las fiestas. Y esas voces dicen, por un lado, que Vox anda celoso por la ventaja que toma el PP en las encuestas y por eso puede provocar un adelanto electoral en Andalucía y, por otro, que el Partido Popular quiere provocar un adelanto electoral en Andalucía por lo bien que sale en las encuestas. Un plantón de Vox sería la disculpa que a Moreno Bonilla le vendría como anillo al dedo para que nadie le acuse de oportunista. Vayan ustedes a saber qué hay en la cabeza de unos y otros.
Lo cierto es que Partido Popular y Vox compiten por el mismo o parecido electorado. Lo que dicen las encuestas privadas -no la oficial del CIS- es que la suma de escaños de ambos podría darles mayoría suficiente, incluso absoluta, para gobernar. Por tanto, romper relaciones podría suponer cualquier cosa, especialmente para el PP, que es la fuerza política principal: desperdiciar una oportunidad de ocupar La Moncloa o meterse en un berenjenal de pacto con la extrema derecha con un programa cuya asunción y ejecución provocaría más de un conflicto social y posiblemente un importante rechazo en la Unión Europea.
¿Qué le interesa hoy a Pablo Casado? A dos teóricos años de las urnas, le interesa romper con Vox, pero con cinco condiciones: que el cabreo de Vox no suponga apoyar una moción de censura de la izquierda para tumbar a Ayuso en Madrid; que en Andalucía se confirmen las encuestas que atribuyen a Moreno Bonilla una imagen inmejorable; que en Murcia el PSOE no vuelva a engañar a Ciudadanos; que perder algunos ayuntamientos sea un precio razonable ante las ventajas de la ruptura, y que esa ruptura traslade al electorado que el PP ha conseguido no vivir con la corrosiva imagen de la tenaza de la extrema derecha.
De todas formas, ¡qué difícil se lo ponen a Pablo Casado! Hoy, ante Santiago Abascal, puede repetir aquella copla que tanto gustaba a Santiago Carrillo: «Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio; contigo porque me matas y sin ti porque me muero». Nunca una copla tuvo tantas aplicaciones políticas. Y hoy, para la derecha española, es todo un diagnóstico. Es como una predicción.