Brevería. Sobre tontos y listos

Doktor Pseudonimus

OPINIÓN

31 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los listos viven de los tontos y estos de su trabajo. Lo escribió Indro Montanelli quien conocía muy bien la Grecia clásica. Eso hoy no es del todo cierto ni es el tema que ahora nos ocupa. Se trata de indagar desde donde nos llega la palabra tonto. Y como siempre suele suceder hay que recurrir al clásico COVARRUBIAS. El antónimo de tonto es listo. Participio pasivo del verbo legere que es leer. Etimológicamente, listo es aquel que lee. En El Quijote se dice de alguien que tiene «la lengua queda y los ojos listos». La lengua prudente y quieta y los ojos inteligentes «leyendo» lo que nos rodea. Una breve y bella definición de la sabiduría. Y ahora volvemos al vocablo tonto. Con solo dos sílabas una gran expresividad. Como ocurre con bobo, lelo, necio, fatuo, burro. La sabiduría del lenguaje hace que las palabras que sirven como insulto sean rápidas y fáciles de pronunciar. Pero tonto y tonta no son siempre palabras infamantes. Tienen un ilustre «pedigree» literario. Como prueba ahí les va el párrafo de «Las Moradas» en el que Santa Teresa contesta a quienes la animaban a escribir. «¿Para qué quieren que escriba? Escriban los letrados que han estudiado. Que yo soy una «tonta» y no sabré lo que me digo». Pero lo cierto es que la Santa siguió escribiendo. Y sus libros siguieron cumpliendo la misión que muchos años después Stefan Zweig asignó a todo libro. «Los libros se han escrito para unir a los hombres más allá de la muerte, defendiéndolos de su más implacable enemigo:el olvido».

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