La grandeza de Teresa Portela

OPINIÓN

Teresa Portela, medalla de plata en 200 metros en Tokio 2020
Teresa Portela, medalla de plata en 200 metros en Tokio 2020 Enric Fontcuberta | Efe

04 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante muchos años, Teresa Portela fue el icono del deporte femenino gallego. Pero sus extraordinarios logros internacionales (17 preseas en campeonatos de Europa, 15 en mundiales, cinco diplomas en olimpiadas), quedaron siempre eclipsados por la ausencia de una medalla olímpica en su palmarés. De hecho, a medida que ella iba acumulando diplomas en los Juegos (lo cual no es cualquier cosa) su figura se difuminaba un tanto entre el brillo de las cinco medallas de David Cal, el oro de Perucho en Pekín, la presea también dorada de Antón Paz y Echavarri en China, la de Támara y Sofía Toro en Londres, el de Cristian Toro en Río, la plata de Gómez Noya en el 2012 y el bronce de Begoña Fernández también en Londres.

Pero Portela nunca se vino abajo por quedarse a las puertas del sueño olímpico del podio. Qué pena, dijimos todos, de aquel cuarto puesto en Londres a 128 milésimas de la tercera plaza. Perseveró y perseveró hasta convertirse en una leyenda sólida sin necesidad de que en su vitrina brillaran los metales olímpicos. Como una hormiguita trabajó y trabajó, se clasificó a unos Juegos tras otros y disputó unas cuantas finales olímpicas. Su actuación en seis juegos diferentes constituye en sí misma una gesta de dimensiones desconocidas en España. Nadie lo había logrado antes. Y ahí ha estado Teresa Portela, con sus 39 años, codeándose con las mejores del planeta. Ya no le pedíamos medalla. Quizá ni la esperábamos, porque nos daba igual. Ella se labró un prestigio basado en la calidad, la insistencia y en la longevidad y ya había conquistado el respeto, no solo de los gallegos, sino de todo el deporte español. Y también del piragüismo internacional en el que es toda una institución.

La medalla viene a ser la firma a una carrera imperial y el justo premio a alguien que, además, ha vivido construyendo su mundo con fuertes pilares en todos los aspectos. En el deporte ya lo vemos, treinta años sobre la piragua y una vitrina repleta de trofeos. En lo profesional, no solo ha entrenado como una estajanovista sino que ha aprovechado el tiempo para ir formándose para el día que cuelgue la pala. Así, estudió magisterio, fisioterapia y dietética y nutrición. Y, en la vida, ha fundado su familia junto a David Mascato y su hija Naira de siete años.

Si uno lo piensa bien, hay que ser un gran trabajador y estar muy centrado para sacar adelante semejante currículo. Es por ello que Teresa Portela es un gran orgullo para Galicia porque no solo representa el éxito. No solo es que su plata en Tokio nos deslumbre. Representa como nadie a tanta gente de esta tierra que ha salido adelante en la vida dejándose los riñones en cada jornada de trabajo, viviendo en familia y disfrutando de su día a día pegada a Galicia, el lugar en el que con discreción, sin alarde alguno, sin presumir de nada, fue creciendo desde pequeñita hasta convertirse en una gigante del deporte gallego y español.

Lo dicho, un orgullo que represente a esta tierra. Se merecía la medalla que durante años los Juegos Olímpicos la habían negado. Pero ella ya era grande.