La muerte en el Camino de Santiago sigue teniendo un protagonismo singular que la convierte, a la vez, en una revelación y en una metáfora de la propia vida-y-muerte del ser humano. Una muerte que se hace presente a cualquier hora y en cualquier lugar. Así sucedió el pasado 22 de julio en un albergue de Arzúa, donde falleció el peregrino filipino Tomás Gómez, de 86 años de edad, según la información que me facilitó José Rodríguez, cónsul de Filipinas en Galicia.
Tomás Gómez había empezado su carrera en el mundo de la radio, para después convertirse en un cargo ejecutivo de la Corporación Ayala. Posteriormente, tras el derrocamiento del presidente Marcos, fue nombrado cónsul general de Filipinas en Hawai (1986). Más tarde, ya de vuelta en Filipinas, fue designado ministro-secretario de prensa (1990-1992) y después presidente del Canal 13 de televisión.
¿Qué buscaba ahora haciendo el Camino? Quizá satisfacía un viejo anhelo, a pesar de su avanzada edad. Porque él era un creyente cristiano -en unas Filipinas cristianas-, que satisfacía un sueño recurrente vinculado a una religión que ahora cumple allí 500 años, desde el descubrimiento por parte de Magallanes.
El cadáver fue conservado hasta la llegada de sus siete hijos, que vinieron desde Estados Unidos (2), Inglaterra (2) y Filipinas (3). La misa funeral se celebró en la iglesia de Santa María de Arzúa el 31 de julio a las 10.30 horas. Posteriormente, los restos fueron trasladados al tanatorio municipal de Boisaca, donde fueron incinerados.
La historia de este filipino ilustra sobre la atracción del Camino de Santiago, que una vez más se ve refrendada por el esfuerzo de un creyente convencido de que debía hacer esta ruta milenaria antes de morir. Por ello, quizá no fue un castigo terminar en ella, porque la senda jacobea tiene su modo de premiar y acoger a los suyos. Y esto no es solo una cuestión de fe. Es también la muestra de una voluntad firme de ser lo que se es y vivir en coherencia con la propia fe. Que descanse en paz Tomás Gómez y que viva ese Camino de Santiago que no deja de multiplicar sus rutas y sus peregrinos.