Como tengo la contumaz costumbre de veranear en Laredo (Cantabria), en donde el sol aparece en el mes de agosto de forma tan esporádica como fugaz, dispongo de bastante tiempo para leer en los periódicos cosas a las que en condiciones normales no echaría ni un vistazo. Me topo así con un titular que dice: «A mi madre de Usera le perdonaría que votase a Ayuso. A Savater, no». El autor de semejante arcada resulta ser alguien que aparece en la foto con unas gafas de bucear y un tubo en la boca haciendo el signo de OK. Pese al inquietante panorama, y como todo lo que se refiere a Fernando Savater me interesa, me arriesgo y decido invertir cinco minutos en leer la entrevista.
Luisgé Martín (en realidad Luis García Martín), es presentado como «escritor de los discursos de Pedro Sánchez». A quienes, por obligación, hemos tenido que escuchar o leer todas las intervenciones de Sánchez desde que es presidente, nos parece que el autor de semejantes textos, cargados de palabrería, fatuidad, cursilería y vacío intelectual, debería estar más bien escondido, y no dando lecciones a nadie. Pero sigo leyendo. Me asombra que, en unas pocas respuestas, el tipo emplee la palabra «imbécil» en cuatro ocasiones para referirse a todo el que no piensa como él o no vota al PSOE. A Savater, la mayor inteligencia del país, lo despacha con esta frase abyecta: «La violencia que recibió durante años y la muerte de su mujer, que le hacía de dique, le han desparramado el personaje». La mujer de Savater murió de cáncer tras una heroica y penosa lucha contra la enfermedad, lo que sumió al pensador donostiarra en una depresión. Algo que no le ha impedido seguir siendo la mente más lúcida de España.
Como me pica la curiosidad por saber quién es el autor de semejante miseria moral, indago un poco y descubro que Luisgé Martín, sobre quien es imposible encontrar una referencia en la que no se añada que le escribe los discursos a Sánchez, es un prolífico autor de novelas de alto voltaje sexual, materia en la que, al parecer, es un consumado especialista. Pero mi mayor descubrimiento es esta declaración de Luisgé de hace unos meses: «En el mundo de la política la mentira es el pan nuestro de cada día. Si alguien que está en el poder continuamente dijera la verdad, duraría una semana y media, y además ofendería al 90 % de la población... Salvo cuando tiene utilidad, yo no creo que haya que decirle a la gente la verdad». Frase que, procediendo de quien le escribe los discursos a Sánchez y prepara ya, según afirma, el que el presidente pronunciará en el 40 congreso del PSOE, supone un rapto de sinceridad. Como se acaba el texto, concluyo informando de que, además de pagarle por escribirle sus discursos, Sánchez designó a Luisgé, filólogo de formación, como miembro del Consejo de Administración de Paradores. Solo en dietas, en el 2020 Luisgé ingresó 11.993,96 euros por ir a once reuniones. Más de mil cada una. Pero eso no impide que, en otra entrevista, Luisgé nos deje este edificante hallazgo intelectual: «La vida es un sumidero de mierda». En manos de esta gente está España.