El avispero del socialismo gallego

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Cabalar | Efe

20 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando la madrugada electoral de las pasadas autonómicas Gonzalo Caballero manifestó en televisión, sin asomo de autocrítica, que las cosas no le habían ido mal a su partido, aplazó el debate interno sobre los malos resultados del socialismo gallego y sobre su eventual responsabilidad en lo que muchos interpretaron como un derrota personal del líder socialista.

Y es que, aun siendo verdad, como dijo Caballero, que su partido conservaba los 14 escaños del 2016, mantenía sus votos y crecía ligeramente en porcentaje de sufragios, lo realmente relevante no era ese premio de consolación (y nunca mejor dicho), sino el reparto final de las medallas: el PP ganaba su cuarta mayoría absoluta, consolidando su electorado y sumando un escaño más; y el BNG daba un estirón espectacular (de 6 a 19 escaños) al recoger gran parte del voto de En Marea, que se volvía polvo cósmico y cedía a los independentistas 13 de 14 escaños que aquella marea convertida en formidable resaca había obtenido en su momento.

¿Fue Caballero el responsable de un bronce que sabía en realidad a medalla de hojalata? ¿Lo había sido cuatro años antes Leiceaga, que había caído de 18 escaños a 14? ¿U otros cuatro años antes Pachi Vázquez, que con 18 escaños rompía la mejor etapa del socialismo gallego, la de Touriño, quien lideró el partido que obtuvo 25 escaños en 2005 y 2009?

Sin duda la incapacidad de mantener un liderazgo estable y un partido unido han contribuido decisivamente a esa caída constante del apoyo electoral que ha sufrido el PSdeG en los quince últimos años. Los que ahora dentro del socialismo gallego se han propuesto cargarse a Caballero deberían tenerlo en cuenta, si con ello pretenden algo más que controlar un aparato de poder que reparte cargos en las esferas local y provincial.

En todo caso, y al margen de la cuestión del liderazgo, siempre muy relevante en un partido, los socialistas gallegos tienen un debate pendiente desde hace muchos años: el de qué quieren ser de mayores. ¿Un partido con vocación mayoritaria, autónomo política e ideológicamente del separatismo gallego? ¿O un simple aliado de los independentistas, que solo aspira a llegar a la Xunta con el apoyo o, en el peor de los casos, apoyando al BNG?

Con un PSOE entregado a los secesionistas, primero con Zapatero y ahora, aun más, con Sánchez, la primera alternativa es hoy poco probable. Y, sin embargo, basta analizar nuestra historia electoral autonómica para concluir que el gran competidor electoral del PSdeG ha sido el BNG: el socialismo sube cuando los separatistas bajan y al contrario. Los socialistas han deducido de esa situación de vasos comunicantes que deben parecerse al BNG para competir con él, en lugar de obtener la conclusión correcta, que es justamente la contraria: que solo combatiendo política e ideológicamente a un partido que ha estado en contra de todas las grandes opciones estratégicas de las fuerzas constitucionalistas desde 1977 tendrán alguna oportunidad de gobernar Galicia en el futuro.