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Los europeos volvemos a ver la luz. En su discurso sobre el Estado de la Unión, la presidenta Ursula von der Leyen lo acredita. Hemos tenido mucha suerte con ella, con la Unión y también con la presidenta. Cómo no va a ser capaz, con su currículo y con esa prueba de carga de sus siete hijos, madre mía. Su estatura de 1,61 no hace justicia a su talla de enorme estadista. A la porra la corrección política.
Si no fuese por Europa, en esta península meridional seríamos un conglomerado seudo-peronista, tribal y cainita. El difunto Paco Fernández Ordóñez sentenció que la gran garantía de España como proyecto de futuro es Europa, más que la Constitución. Sabía de qué hablaba. Sus vaticinios se van cumpliendo. Sin Europa no tendríamos el 70 % de inmunizados frente al maldito virus, tal vez el 7 % o el 0,7 %. No tendríamos fondos para costear los ERTE No tendríamos horizonte, ni recursos, nada, excepto más cainismo cejijunto, más panchovillismo administrativo, más desastre decimonónico y más inquinas.
Cuanto mejor le vaya a la Unión, mejor nos irá a los desunidos ibéricos. Por eso hay que recordarle a nuestra admirada presidenta que Europa corre serios riesgos, entre ellos uno del que no se habla: su decadencia científica, técnica e industrial. Quienes defendemos como adultos el modus vivendi europeo -sanidad pública de primer nivel, pensiones públicas suficientes, educación pública de calidad… dentro del respeto al Derecho- sabemos que todo esto depende de que Europa genere más recursos económicos, recaude más sin ahogar a los emprendedores y alumbre más oportunidades para nuestros conciudadanos.
Esa es la razón por la que deben preocuparnos los alarmantes datos que ofrece de nuevo la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual: Corea del Sur, China y Japón, por este orden, inscriben más patentes por unidad de PIB que cualquier Estado de la UE, incluso más del triple que Alemania. Y en el sector privado, solo la china Huawei registra casi tres veces más patentes que Ericsson y Bosch.
Si no lo dice la presidenta, alguien tendrá que recordarlo. Tampoco tenemos ni una sola universidad europea en el top 10 del planeta, y menos considerando el ámbito específico de las matemáticas o las ingenierías, progenitoras y catalizadoras del futuro éxito económico. Resulta insólito para una economía como la europea, que ronda el 16 % del PIB mundial, casi empatada -todavía- con EE.UU. y China. Que el presentismo no nos ciegue. En cualquier caso, gracias, señora presidenta.