Cuando se quiere, se puede

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Zipi | Efe

16 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que debería de ser absolutamente normal en una democracia de un país del primer mundo, aquí lo convertimos en la mayor de las excepcionalidades. Y lo celebramos como si hubiésemos vuelto a ganar el Mundial de fútbol. Como hicimos con el de Sudáfrica. Porque lo habitual en este nuestro reino lo convertimos en insólito y hacemos una fiesta por algo en lo que no deberíamos ni tan siquiera reparar.

En cuestión de horas y tras años de desencuentros, nuestros mandarines han llegado a un acuerdo para renovar los más altos órganos constitucionales. Eso sí, excepto el Consejo General del Poder Judicial, que va a seguir ahí atrancado para gloria de unos y otros, porque podrán seguir utilizando el bloqueo como arma arrojadiza.

Pero la lección que hay que sacar de este precipitado acuerdo es que cuando se quiere, se puede. Ya lo dijo García Egea, precisamente uno de los bloqueadores que se negaron a entrar a pactar. «Todo es posible con voluntad y con intención de acordar y de ceder». Y la voluntad quedó de manifiesto el mismo día en que quienes impedían las negociaciones, accedieron a mantenerlas.

PP y PSOE, así como el Gobierno, sufrieron un desgaste innecesario por mantener caducados los principales órganos constitucionales. Y todo hace pensar que solo ese desgaste, manifestado por la sociedad, y el descrédito de España en los foros internacionales, les ha llevado a entrar en razones. A unos más que a otros, claro. Pero queda para mejor ocasión el órgano de gobierno de los jueces, el más poderoso y de más difícil y controvertida renovación, que tiene caducado su mandato desde hace prácticamente tres años.

Sería una muestra de madurez y responsabilidad de nuestros dirigentes, que todavía no nos dieron, que, una vez pactados los cambios en el Constitucional, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo y Protección de datos, se avinieran a cerrar definitivamente el CGPJ. Porque tampoco es tan difícil aceptar la exigencia de Casado de avanzar hacia la independencia del Poder judicial. Porque como eslogan queda muy bien, pero como realidad es una fantasía. Y por inalcanzable. Una alucinación.