De la soledad

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

CRUZ ROJA

16 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Escribió Lope de Vega: «A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos».

El poema es del siglo XVII, cuando la soledad era un sentimiento. Hoy es quizás la ultima pandemia contemporánea. Y distingo la soledad no deseada de ese concepto dudoso y notablemente edulcorado que, sin justificación posible, se ha dado en llamar la soledad elegida, que en realidad solo afecta a jóvenes taciturnos y adultos caprichosos y solitarios.

Vuelvo a este tema que ya traté en otras ocasiones tras leer un informe reciente de la empresa demoscópica Sondea acerca de las residencias de ancianos, que evidencia en algunas de sus conclusiones que, cuando llega el otoño de la vida, solo a un 5,6 % de los españoles les gustaría pasar su vejez en una residencia, mientras que el 94,9 % eligen su propio domicilio. El muestreo se llevó a cabo en personas de entre cincuenta y cinco y setenta años, grupo al que pertenece un 20 % de la población española.

Mas de dos millones de hombres y mujeres de nuestro país viven solos, y un total de 360.000 en residencias de mayores, de las cuales un 60 % no reciben visitas.

Quienes defienden la soledad como elección fabulan señalando que frecuentando la lectura, que con buenos libros y escuchando música se combate melancólicamente el estar solo. Añaden que contemplando el paisaje que muda su color al caer la tarde se combate la soledad y se retrasan la ansiedad y la depresión que con frecuencia son los aliados que acompañan a la soledad.

La soledad no es la descripción que realiza Thoureau en Walden, no es contemplar cómo mueren las olas en la orilla de la mar; la soledad elegida es más la frase de Gustavo Adolfo Bécquer, quien señala que «la soledad es buena si se tiene a quien contar».

Es muy complicado vivir solo después de alcanzada la edad provecta que acerca el tiempo de descuento de una vida que hasta entonces estuvo compartida. No es suficiente la amistad, ni el álbum de los viejos recuerdos archivado en la memoria. Vivir solo es, en muchas ocasiones, anticipar la muerte.

Constituye uno de los grandes problemas de nuestra civilización. En Gran Bretaña, conscientes de la dimensión que la soledad no elegida estaba adquiriendo, crearon hace un par de años el Ministerio de la Soledad.

Aprender el entrenamiento complejo de estar solo es el más difícil ejercicio de la soledad en este tiempo que nos ha tocado vivir.