Amancio Ortega y sus mandamientos

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez ESTADO BETA

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

01 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Amancio Ortega (Busdongo de Ardás, 1936) demostró ayer que sigue mandando y mucho en Inditex. Es el primer accionista de una empresa que fundó en 1963 y que desde su nacimiento, argumentan quienes le conocen, piensa en ella a todas las horas del día. Uno de los aspectos analizados en repetidas ocasiones por el «señor Ortega» —así le llaman los empleados— fue su sucesión en la multinacional. En este sentido dio pasos importantes, como aceptar su salida a bolsa (a la que casi se vio obligado, porque no le hacía demasiada gracia ni dar explicaciones ni dejar de pasar desapercibido) y la contratación de Pablo Isla, primero como consejero delegado y vicepresidente y más adelante como presidente. En ese momento el empresario hizo, de nuevo, un gesto que hoy por hoy demuestra que optó por dar un paso atrás (dejar la presidencia) para que la empresa avanzase en el camino que él había trazado: el futuro de la multinacional no podía estar tan vinculado a su persona. Quería institucionalizarla y profesionalizarla hasta tal punto que pudiera hacer su recorrido en solitario, sin él.

Ortega volvió ayer a hacerse sentir. El nombramiento de Marta como presidenta (no ejecutiva) marca otro hito y da pistas de lo que ocurrirá en un futuro más o menos próximo. Considera Ortega que su hija ha demostrado que quiere y puede llevar la compañía, y mientras este proceso no culmine ha decidido no dejarla totalmente sola. A su lado pone a Óscar García Maceiras, un abogado del Estado, meticuloso, de buen talante y resolutivo ante los problemas. (Hagamos un paréntesis para decir que el empresario confía en el buen hacer del gremio de los abogados del Estado, que conoce bien a través de Antonio Abril y el propio Pablo Isla).

García Maceiras y Marta Ortega estarán apoyados por un comité de dirección integrado por cargos de máxima confianza y en el que hay un peso importante de los responsables de las cadenas principales del grupo.

Amancio Ortega sabe que Inditex es una máquina que funciona con un modelo de negocio diseñado por él: dar respuesta inmediata al cliente en medio de una organización donde la toma de decisiones está marcada por la autonomía, los argumentos y la responsabilidad (las equivocaciones también pesan). Trabajo sin estridencias y sin limitaciones tecnológicas. El equipo frente a los personalismos, y el esfuerzo frente a ese «dejar pasar» tan habitual en épocas de vacas flacas.

Con la nueva organización, Inditex democratiza aún más el proceso de toma de decisiones, que les pueden gustar más o menos a aquellos que hacen que la acción suba o baje como una montaña rusa. No importa. Ellos no aparecen en los mandamientos del catecismo de Ortega.