Gobernar bajo presión

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

KHALED ELFIQI

03 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice don Mariano Rajoy en su Política para adultos que gobernar es muy difícil. Lo fue especialmente, según confesión, cuando a él le tocó, con una prima de riesgo que superaba los 600 puntos; con lo que tenía encima, que era la amenaza de los hombres de negro; con una Cataluña que hizo una declaración de independencia y con un rey que decidió abdicar. Pero, al menos, tuvo un Gobierno dócil, obediente, fiel, trabajador y con iniciativas en esa difícil primera legislatura. Pedro Sánchez no puede decir lo mismo. Los días que está en España, Pedro Sánchez tiene que dedicarse a apagar incendios de sus ministros, de los amigos de sus ministros, de sus socios y de los socios de sus socios. Un sugestivo berenjenal.

Lo estamos viendo con el increíble lío de la Ley Audiovisual, que habrá que incorporar a la antología del disparate en la gobernación: resulta que se adquiere un compromiso con Esquerra a cambio de los Presupuestos que no se puede cumplir. Y, como no se puede cumplir, no se puede llevar a la nueva ley. Tiene toda la pinta de que algún abogado del Estado lo descubrió, y el Gobierno tiene que jugar a ver si se la cuela a Rufián. No lo consigue, y tiene que ponerse a negociar otra vez en medio de un descomunal ridículo. Llegarán a un acuerdo, porque en el fondo no se discute el idioma cooficial en las series, sino la crisis del sector audiovisual en Cataluña, que hace unos años suponía la mitad de la producción española, y ahora supone algo más de la cuarta parte: otro «prodigio» del procés y la decadencia que provocó.

Y así, «partido a partido», Sánchez gobierna bajo presión. Por la noche debe de tener pesadillas con sus ministros y ministras de Unidas Podemos. Pero no se puede permitir el lujo de fallarle a Esquerra, porque si falla a Esquerra no se juega los Presupuestos en el Senado, que eso es matemáticamente imposible, pero sí perder un socio en Madrid y un aliado en Cataluña para entretener con el diálogo del que nunca más se supo. Y ahora le surgieron otros celos, porque la parte catalana (Jaume Asens) está viendo que las medallas audiovisuales se las lleva Esquerra, y cómo se va a quedar fuera En Comú Podem.

Eso, en la parte catalana. En la parte vasca, tiene que templar gaitas con Bildu, porque ya lo blanqueó demasiado y ahora anda celoso el PNV, porque le comen territorio. El batiburrillo en política se llama gobierno Sánchez. Cuando se haga balance de ese gabinete, será difícil contabilizar las leyes que son propiamente suyas y las impuestas o matizadas por tanto socio como le sostiene en Moncloa. Las dificultades de un Gobierno de coalición se vuelven épicas hay que pactar y pagar a once partidos. Si al final Pedro Sánchez consigue salir vivo como está saliendo, hay que reconocerle el mérito. Y él ya puede ir encargando unas tarjetas de visita que pongan: «Presidente del Gobierno bajo presión».